Quien fuera el notario más destacado que ha tenido Cali se fue sin decir adiós, aunque ya se esperaba tal desenlace de su agitada existencia que vivió bajo el común denominador de su generosidad sin límites.
Yo no había conocido en todo mi ya largo trasegar por estos caminos a alguien que se diera más a los demás.
Fue desbordado y desbordante llegando a extremos increíbles a punto de quedarse sin nada o con muy pocas cosas para entregárselas a sus seres queridos.
En buena hora perdió la noción del dinero, que lo tuvo y harto, sin importarle lo que le podría suceder en sus últimos años, aunque nunca jamás le falto nada salvo lo que regalaba a tutiplén sin esperar nada a cambio.
Dueño de una prosa magistral, sus escritos fueron antológicos. Escribía deliciosamente y poseyó un sentido del humor cáustico, irreverente, cuyos gracejos e impromptus dan para un libro que se agotaría en los anaqueles de La Nacional y donde no dejaría un títere con cabeza.
Y es que este abogado santiaguino que fue banquero exitoso e incursiono en la política parroquial, bien pudo llegar a escaños más altos habida cuenta su indiscutible inteligencia y su gran sabiduría en temas del Estado, pero prefirió ser el famoso notario notorio, referente de cuanto sucedía en Cali, amante de las tertulias, calificado como un lenguaraz ganador además del insólito concurso de ser la lengua más brava de esta parroquia.
Sus últimos años, ya pensionado, los dedicó a departir con su hija, sus nietos y sus amigos, quienes le tolerábamos sus escritos que le recordaban sus años mozos cuando fuera activista universitario. Pero se le hacía entrar en razón y se lograba que Jaime se encarrilara así al poco tiempo volviera a caer en las mismas.
Divertido a más no poder, era el centro de las reuniones y hasta sus más cercanos contertulios fueron víctimas de sus chistes no siempre bien recibidos, pero eso sí salidos repentinamente con una picardía inigualable.
Este pajarraco fue objeto de sus picantes salidas que lo emberracaban pero al día siguiente se venía con un rosario de elogios que se pasaba de odiarlo a quererlo y de volver a odiarlo a volver a quererlo.
Incomprensible este modo de ser, lo que lo llevó a ser un incomprendido aunque así y todo se mantuvieron hacia él los afectos imperecederos de sus mal llamadas víctimas que le estamos diciendo adiós con enorme gratitud y mucha tristeza en el corazón.
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Postdata. La sevicia con que se han ensañado contra Nancy González es una muestra más del Cali-balismo que nos corroe.
Nuestra ejemplar diseñadora de fama mundial ha sido objeto de una trampa y ya verán que demostrará su inocencia. Para verdades el tiempo, dicen por ahí.