¡Lo que nos faltaba! Al gravísimo problema de las inundaciones que están padeciendo miles de coterráneos y el anuncio de un recrudecimiento invernal en el Valle que puede llegar a rebosar la represa de Salvajina y colapsar el jarillón del río Cauca, produciéndose una tragedia sin antecedentes en la historia del departamento, está próximo a sumarse un paro cívico en Buenaventura convocado para hoy martes.

Las declaraciones dadas el pasado domingo a El País por el obispo del puerto, monseñor Héctor Epalza, considerado la máxima autoridad moral de ese Municipio y líder del comité organizador, son nuevamente un campanazo de alerta en torno al descontento social que no cesan de expresar sus habitantes y que es el caldo de cultivo para una revuelta ante el desespero y la incertidumbre que padecen.

Este paro se sumará al que adelantan los chocoanos y que no ha podido conjurar el gobierno nacional, cuya chequera está en saldo rojo desde hace tiempos y pese a ello, no hace más que girarle ‘cheques chimbos’ para, a punta de promesas no cumplidas, apaciguar los ánimos de quienes se sienten engañados y ya no soportan más que se burlen de ellos, les queden mal y no les cumplan.

Pero lo que sucede es que en el caso del “bello puerto del mar” la dimensión del paro tendrá unos visos y unas consecuencias mucho más graves: al fin y al cabo el Chocó está aislado (por ello se han abusado) y de él no dependen como de Buenaventura unas cifras económicas tan macro que son capaces de desbarajustar las finanzas vallecaucanas.
En esta movilización participarán las iglesias Católica y cristianas, los sindicatos, las juntas de acción comunal, la asociación de volqueteros, los pescadores, la izquierda y los paleros para un total de 80 agrupaciones, sin contar los ciudadanos del común y la llamada despectivamente ‘chusma’, en un plantón que se sabe cómo comenzará pero no cuál será su final.

Epalza es toda una institución bonaverense que repite la frase de una poetisa porteña “el problema es que en Buenaventura vemos entrar y salir la riqueza”, al referirse a los 5,5 billones de pesos que le entran a las arcas del Estado por cuenta de su actividad portuaria y de los cuales no se queda ni el 10% para los 400 mil habitantes de ese Municipio, que además no tienen agua las 24 horas, ni cuentan con un hospital -el que había se cerró hace tres años- para no seguir con el rosario de falencias de la ciudad que ostenta el nombre de la ‘Capital de la Alianza para el Pacífico’.

Y ya lo sabemos: este paro, de no detenerse por las buenas (porque por las malas correría mucha sangre), va a producir multimillonarias pérdidas que acrecentarán el caos, la angustia y el desasosiego en que sobreviven los pobladores del puerto que más dinero le regala al erario nacional.

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P.D.:
Excelente la presencia de los guardas de Tránsito, la Policía y las autoridades viales, en la carretera al mar el pasado domingo. ¡Así se hace!