De aprobarse el Si en el plebiscito del 2 de octubre comenzaremos a contar los días para que exguerrilleros de las Farc lleguen al Congreso de la República, quizás no ataviados de saco y corbata, pero definitivamente no de camuflado a ocupar sus mullidas curules, inicialmente seis y después del 2018 mínimo 10, asumiendo y esperando que el proceso de paz siga su curso y no se descarrile.Decenas de procesos de paz se han llevado a cabo en el Planeta desde el final de la Guerra Fría, la mayoría concluyendo con los otrora insurgentes entrando a la política, en algunos casos dentro en los marcos existentes, como será el caso de Colombia, en otros transformando a través de nuevas constituciones las estructuras de poder para acomodar las exigencias de los alzados en armas. La probabilidad de éxito de un proceso de paz en el que la principal motivación de los insurgentes es participación política, lo cual no es siempre el caso, es mayor en cuanto se logre que esta se garantice en los acuerdos de manera efectiva.A Salvador Sánchez Cerén, el actual presidente de El Salvador, se le conocía en los años 70 del siglo pasado con el seudónimo de Leonel González, comandante guerrillero del FPL. Años después sería uno de los negociadores del Fmln en el proceso de paz que concluyó con los exitosos acuerdos de Chapultepec, cuyo principal componente fue abrir la participación política en todos los niveles al Fmln que hoy en día constituye la principal fuerza política salvadoreña. Su éxito político obedece a haber mantenido la unidad en el marco de un pragmatismo alejado del fracasado modelo bolivariano y su vociferante populismo.En contraste la guerrilla guatemalteca, la Unrg, a pesar de su conversión a partido político tras los acuerdos de paz de 1996, nunca pudo consolidarse como una fuerza significativa y actualmente está prácticamente desparecida diluida en alianzas con otras agrupaciones. En Nepal tras años de una insurgencia Maoísta que llegó a controlar la casi totalidad de las zonas rurales se firmó una paz que conllevó grandes transformaciones constitucionales comenzando por la abolición de la monarquía y el establecimiento de una República Federal. El actual primer ministro, Prachanda, máxima autoridad ejecutiva, fue el líder de la insurgencia maoísta quien desde su llegada al poder, enfrenta acusaciones de corrupción y desmesurado enriquecimiento, lo cual demuestra que la otrora insurgencia maoísta se adoptó perfectamente al sistema político. El Acuerdo General de Paz para Mozambique que puso fin a dos décadas de guerra civil entre el gobierno comunista encabezado por Frelimo y el grupo insurgente Renamo de derecha apoyado por Rodesia y Suráfrica, se rubricó en 1992 con provisiones para el establecimiento de una democracia multipartidista y elecciones libres. Sin embargo Frelimo mantuvo todas las llaves del poder y tras algunos años en que Renamo no pudo obtener mayor participación en las instituciones del Estado, el conflicto armado se reactivó entre los mismos contendientes hasta 2014 que un nuevo pacto fue firmado con posibilidades de una real apertura democrática.El éxito o fracaso de las Farc en su nuevo rol de partido político dependerá de infinidad de factores siendo el primero quizás la habilidad de la organización y sus líderes de cambiar su discurso del monte a uno cercano a la realidad de los colombianos del Siglo XXI, una país urbano, con amplias clases medias, alejados de las ideologías para quienes su bienestar personal y familiar está por encima de los discursos románticos de los años 60. ¿Lo entenderán?Sigue en Twitter @marcospeckel