Señor alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina:
Me dirijo a usted mediante carta abierta porque no tengo su correo y en cambio sí tengo mis tribunas en los principales diarios del país y de su ciudad, de nuestra ciudad. Y lo hago prevalido de la amistad que nos une solidificada cuando su huelga de hambre antes de alcanzar el actual mandato. De modo que no me voy a dirigir a usted como opositor o cuestionador, sino como caleño preocupado por la suerte de mi alma máter.
Soy hijo calavera indultado y redimido de Santa Librada. No recibí el diploma de bachiller en 1959 por irme tras una banda rabiosa de poetas adolescentes y provincianos que se consideró un peligro social. Escribí en revancha el poema nadaísta Santa Librada College, y gracias a su éxito por el mundo pasados ciertos años recibí el cartón de bachiller honoris causa -como poco después recibiría el doctorado honoris causa de la Universidad Santiago de Cali-, la medalla de ilustre egresado y sucesivos homenajes entre ellos que el Auditorio del Colegio se bautizara con mi nombre de poeta. Y ahora resulta que el claustro, en vísperas de celebrar sus 200 años de haber sido fundado por el general Santander, ha comenzado a desmoronarse, a partir de su Auditorio.
Es noticia que se viene ventilando desde hace años con el debido sobresalto social en la comarca. Nadie se imagina que se deje caer de su propio peso un ícono arquitectónico, como lo fue el Hotel Alférez Real derribado por su propio propietario. Sería como si por alguna razón parecida se dejaran caer la Ermita, el Puente Ortiz o el Teatro Jorge Isaacs, que por el contrario está en un ambicioso plan particular de recuperación.
Se sabe que en cabildo abierto usted dijo: “Vamos a convertir el colegio en una gran ciudadela educativa. Estamos buscando $40 mil millones para la primera fase”. El estimado de la reconstrucción es de cerca de $100 mil millones. El resto habría que recaudarlo entre entidades nacionales y en lo posible con contribuciones privadas. Pero ahora resulta que el señor Secretario de Educación limita el aporte a 5 mil millones, 2 mil para empezar y tres mil para el año próximo. Un par de exalumnos ha echado a andar una Acción Popular para presionar la salvación del claustro. Se comenta que el señor Alcalde ha faltado a su palabra. Los ánimos en el colegio están caldeados, entre alumnos y sus familias, personal, exalumnos. Y gran parte de la ciudadanía. En este momento el colegio está andando a media marcha, en asamblea permanente. No podría correrse el riego de que por alguna eventualidad parte del colegio caiga sobre los educandos en clase. Sería un escándalo mundial que no sólo lo cobijaría a usted sino al gobierno nacional, uno de cuyos programas se centra en la educación. El gobierno de un grupo que contó con la militancia del exalumno Antonio Navarro Wolff, al igual que de su papá.
La directora del colegio y aguerrida en su defensa, Mónica Patricia Medina Gutiérrez, quien ha acudido al Concejo a pedir respaldo para su gestión de salvamento y en cierta forma lo ha encontrado, ha recibido además amenazas telefónicas e intimidaciones con moto a las altas horas de la noche cuando sale de trabajar. En esas circunstancias y ante el cierre inminente de actividades del colegio deberá pedir traslado. Pero, ¿adónde se pide el traslado de los 120 profesores y adonde se traslada la multitud de estudiantes?
No debe usted señor Alcalde popular someterse a una protesta social bravía de los jóvenes educandos, ya conocida su belicosidad desde 1957, cuando a pedrada limpia colaboramos en el derrocamiento del dictador. Y ahora acrecida.
Estoy enviando copia de este mensaje al señor presidente Gustavo Petro, al ministro de Educación Alejandro Gaviria y a la ministra de Cultura Patricia Ariza, por considerar el tema de su incumbencia.
Nunca tuve ningún gesto de heroísmo o de valentía, pero hoy digo que daría la vida por mi colegio, al que todo se lo debo. Así me caiga la techumbre encima.