Ahora que vamos a entrar en la era de la paz, la lucha por la cultura habrá que seguirla dando a brazo partido y entablillado. Para eso están los médicos, como Adolfo Vera Delgado, que no se han limitado a tratar los males del cuerpo, en este caso sobre todo del corazón, sino que se han empeñado en sacar los espíritus de la postración de la incultura, propiciando encuentros artísticos de enorme y mediana magnitud, a partir de los 20 ‘Encuentros de Confraternidad Médica’, celebrados a todo timbal en años sucesivos, hasta las 145 Tertulias Médicas del Pacífico, que se llevan a cabo cada mes en el edificio de su consultorio. Un día de hace más de 20 años subí a conocer el ya famoso consultorio, no porque me fallara el corazón sino porque quería conocer a este promotor de valores, y lo que primero me impresionó fue contemplar los cientos de cuadros que decoraban toda la edificación, adquiridos a, o donados por sus pacientes agradecidos.Cada año, con el patrocinio del cuerpo médico bien boyante por ese entonces, se celebraba un festival que cubría todas las artes, teatro, danza, música, pintura y literatura, por lo general en el hotel Inter, y su público de base eran los médicos invitados a este simposio en que los únicos temas vetados eran los que tenían que ver con la profesión. Un día se suspendieron tan colosales encuentros, tal vez por cuestiones de presupuesto, pero Vera no se arredró y los continuó a costas de su pecunia, en forma de tertulias donde se tratan todos los temas, inclusive de la salud del cuerpo humano y de su casero el planeta, al son del son y del vino, tan amables aliados de la cultura.Una de las cualidades del doctor Vera es que a los amigos no los saluda con la mano sino con el estetoscopio. Vive pendiente de que en ellos “todo esté bien, y sobre todo el corazón a salvo”, como escribió Gonzalo Arango sobrepasando a Carranza. En reconocimiento a su incansable y meritoria labor intelectual en la Medicina, las Artes y la Cultura, y en celebración de sus 67 años -dice la invitación que acabo de recibir-, se le rendirá un más que merecido homenaje, precisamente en el Salón Palmeras del Hotel Intercontinental, el próximo viernes 26 de febrero. No se habla del oferente, que en justicia sería la ciudad en pleno, pero recuerdo que la iniciativa surgió de la pluma del doctor y periodista Juan José Saavedra, secundado de inmediato por los directores de NTC Gabriel Ruiz Arbeláez y María Isabel Casas, los abogados y poetas Armando Barona Mesa y Armando Holguín Sarria, los pintores Pedro Alcántara y Diego Pombo, los escritores Medardo Arias Satizabal, Julio César Londoño y Fabio Martínez, el cinematografista Luis Alfredo Sánchez y demás habituales de sus tertulias. Creo que es grato encontrar el nombre de uno en un titular del periódico sin que se trate del anuncio de su partida, sino por el contrario del aplauso por una vida vivida como es debido. Bien estudiada, hacia la medicina en su caso, en la Universidad del Cauca, con especialización en el Instituto Nacional de Cardiología de México. Cuyo brillante ejercicio le ha conllevado ser Presidente de la Asociación Colombiana de Medicina Interna, Presidente de la Sociedad Colombiana de Cardiología y Cirugía Cardiovascular, fundador y primer Presidente de la Sociedad Colombiana de Cardología, capítulo sur-occidente, Gestor y Presidente de la Fundación Medicina y Humanismo. Es presidente honorario además, en el corazón de sus amigos, que son legión, y se honran con ser compañeros de viaje en el tren de la vida que marcha airoso.Doctor Vera, mi corazón marcha como un relojito gracias a sus constantes chequeos, y no ve la hora del homenaje para felicitarle con un apretón de manecillas. Vidas como la suya hacen que sea más fácil y placentero vivir la propia.