En octubre del 2020, el papa Francisco recibe en visita oficial, al presidente del gobierno español y refiriéndose a la situación de España le hace las siguientes reflexiones: “La misión de los políticos es una forma alta de caridad y de amor, no son maniobras o resolver casos, sino servicio. Es muy triste cuando las ideologías se apoderan de la interpretación de una nación, de un país y desfiguran la Patria”, el Papa parece reclamar un tono moderado en el debate político y en la inclusión de todos los actores políticos en un acuerdo que permita progresar a la Patria. También del pasado y del futuro ante una posible fractura generacional e histórica. “Debemos construir Patria con todos y eso no es fácil”.
Cuando escuchaba en los medios de comunicación a los cuatro ingenieros, dos industriales y dos civiles, un economista y administrador, una experta en ciencias políticas y comercio internacional, un abogado, pareciera que estuvieran en una gallera, tratando de despedazar al opositor, y no se escuchaban e interpelaban sobre lo más importante, el pueblo, y es así como empieza a notarse los innumerables descartados ignorando el grito indignado por la carencia, como dice el papa de las tres T; Trabajo, Techo y Tierra y por eso les pide que reviertan el proceso de deshumanización que crece en el mundo actual y que solo dependerá si somos capaces de poner a participar estos movimientos populares nacientes; estos son los disidentes, verdaderos promotores de cambio.
Dice el Papa: “son sembradores de futuro, promotores del cambio que necesitamos: verdaderos líderes que encausen estas fuerzas sin destruir las instituciones sino refundándolas, para que de esta crisis se entienda que hay que poner la economía al servicio del pueblo para construir así paz y justicia y defender la madre tierra”.
Quiero soñar cuando vienen a mi mente el poema de M. A. Caro: Patria, y la proclama de Bolívar en Santa Marta y quisiera que resonara en la mente y en los corazones de estos políticos, para que en lugar de dividir se unan y pongan en común ese amor a la Patria cuando se dice piensan en dirigirla, sientan lo que dicen: Patria. “Te adoro en mi silencio mudo y temo profanar tu nombre santo… Amo yo por instinto tu regazo; madre eres tú de la familia mía; ¡Patria! De tus entrañas soy pedazo”, y cómo quisiera que ese amor se manifestara con la grandeza y el talante de un verdadero servidor y amante de Colombia y se actuara con el desprendimiento e hidalguía de Bolívar en Santa Marta en 1830 al decir al final de su proclama: “¡colombianos! Mis últimos votos son por la felicidad de la Patria. ¡Si mi muerte contribuye a que cesen los partidos y se consolide la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro!”.
Mi sueño es que escuchen la voz del Papa y nos den la posibilidad de soñar en que es posible cambiar, sin destruir, refundando, liderando salir mejor de las crisis en las que hemos entrado y por esto dice: “La salud de una sociedad puede juzgarse por su periferia. Una periferia abandonada, ninguneada, despreciada y descartada apunta a una sociedad inestable y malsana que no va a sobrevivir mucho tiempo sin grandes reformas”, cito a Hölderlin: “Allí donde está el peligro, crece también lo que salva. Desde los bordes llega la esperanza de restituir la dignidad del pueblo”. Soñemos juntos.