El ingreso no es suficiente indicador de bienestar: hay muchos elementos de la vida cotidiana que no se reflejan en los indicadores limitados a la economía. Cabe revisar la situación del suroccidente colombiano desde diversas perspectivas. Así, la tasa de homicidios de Cali, la mayor concentración urbana es altísima, cercana a 50 por cada cien mil habitantes, las de Jamundí y Yumbo, municipios integrados a Cali, son similares, al igual que las de Palmira y Buga; la del Valle es del orden de 40, la de Cauca es similar, y la información sobre Buenaventura y Tumaco no es confiable.

Cabe recordar que el promedio nacional es del orden de 25 homicidios por cada cien mil habitantes. La inusitada violencia está relacionada con el narcotráfico, que permeó la región desde hace medio siglo. El ordenamiento político del país, que diluye responsabilidades entre el orden nacional y el municipal en materia de seguridad, no facilita las cosas.

Excepto Pasto, las principales ciudades región tiene desempeño mediocre en las pruebas Saber del Icfes. En el agregado, los colegios privados de Cali no tienen mejor desempeño que de los colegios públicos, por la enorme dispersión en la calidad de la educación, consecuencia en parte de contratos de concesión con planteles deficientes. Además ninguna de las ciudades atrae estudiantes universitarios de otras regiones de manera significativa, en contraste con Bogotá, Medellín y Manizales. Hay buenas universidades en Cali, Popayán y Pasto, con adecuado nivel académico y capacidad para la investigación, e importantes centros para el desarrollo de variedades agrícolas en gramíneas y caña de azúcar, pero la cultura regional no está orientada hacia la construcción de conocimiento, cimiento del progreso en el Siglo XXI.

Pese a sus limitaciones, el ingreso per cápita no se puede desestimar. El del Valle es similar al promedio nacional, cerca de $20 millones por año, o dos tercios del de Bogotá o el de Santander, y la mitad del de Casanare. El de Cauca es 60% del promedio nacional y el de Nariño es 40%. Lo anterior explica la migración permanente a Cali de habitantes de estos departamentos. La industria azucarera, cuya cadena de valor es la más importante de la región, está amenazada por la ausencia de política agrícola e industrial nacional de largo plazo y por el desconocimiento de las realidades de los mercados agrícolas del mundo.

El Suroccidente es vulnerable; la Costa Pacífica es la zona más pobre y la más perturbada por el narcotráfico. Los municipios de la zona plana del Valle tienen un nivel de vida relativamente próspero, pero no dejan de tener indicadores de violencia alarmantes. Solo la construcción de visión colectiva con apoyo en las ventajas comparativas relativas y su aplicación a la dinámica pública y privada de la región puede hacer diferencia. La Cámara de Comercio de Cali ha identificado espacios para el desarrollo económico y social que deben ser foco de políticas públicas e inversión privada, pero el ejercicio debe cobijar a toda la región, desembocar en compromisos serios, y ser base para retar al gobierno central. Es imperativo mitigar riesgos y aprovechar oportunidades, con Bogotá o sin ella.
Sigue en Facebook Gustavo Moreno