Ante el miedo o la incertidumbre, la confianza es un escudo protector, es tu manantial de esperanza.

Una confianza firme diluye las dudas y te da alientos para enfrentar los temores y alejar las sombras de la inseguridad.

Por eso debes afianzar a diario la fe en Dios que te ama, en tu potencial y en los demás. La fe es tu fuerza.

Una fe sólida es la que ha impulsado siempre a los descubridores, los inventores y los exploradores.

También a los mejores campeones que siempre han creído en sí mismos a pesar de los fracasos y las críticas.

La confianza es un motor, es fuego en tu corazón y la puedes fortalecer de distintas formas.

Aprovecha el poder de hacer afirmaciones, de visualizar lo que anhelas y de imitar a los vencedores.

Acércate a los que creen, asiste a grupos que inspiran, lee escritos que motivan y te llenan de ánimo.

Es maravilloso el poder de una fe inquebrantable y recia, que mueve montañas, abre caminos y hace posibles muchos imposibles.
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