Un buen ejemplo de cómo acomodamos la realidad a nuestras creencias lo muestra la amiga que le dice a otra:
Mi hijo está bien mal. No tuvo suerte al casarse y escogió a una chica que no sirve para nada, una inútil.
No quiere cocinar, no sabe coser, ni lavar ni limpiar. Se levanta tarde y se la pasa relajada y en plan de pasarla rico.
Cómo será que mi pobre hijo Sebastián cuida el niño y tiene que llevarle el desayuno a la cama.
- Oh, es espantoso, pero cuéntame, ¿qué ha sido de tu hija Alejandra?
- Ah, ella si tuvo la mejor suerte, Dios la bendijo y se casó con un verdadero ángel en la tierra.
Imagínate que él se encarga de todo, cocina, ordena la casa y cuida al bebé. Todo lo que hace mi hija es pasarla rico y descansar.
Además, él le lleva el desayuno a la cama. Dios la premió porque pasea con las amigas, va al gimnasio y se divierte.
Nota. ¡Ay! los humanos somos complejos y acomodamos todo según nos conviene. Vemos la realidad como somos, no como es.
Sigue en Instagram @Gonzalogallog