En cada alborada, saluda el día con júbilo, da gracias por estar vivo, y elige renovar los buenos propósitos.

Confía más y más en Dios y en ti para desterrar los temores y tener alientos para abrazar lo desconocido

Una pausa refrescante en tu caminar es meditar para poder tener paz, aquietarte y no hacer saltos al vacío.

Las correrías frenéticas y la ambición desmedida te arrebatan la paz del alma y entonces sufres sin que sea necesario.

Sufrir no es una imposición de la vida, es una elección de aquel que no actúa con una consciencia despierta y con amor.

La persona desconectada de su esencia divina anda extraviada en un mundo que idolatra el dinero y lo material. Meditar y expandir tu pensamiento, te libera de toxinas emocionales y entonces puedes vivir con más aplomo.

En tiempos inciertos recupera la confianza y, si de verdad amas y te amas, puedes soñar con mejores horizontes.