Cuando la mujer se ama y se valora, la verdad es que es más fuerte que el hombre en casi todo.

Más firme ante el dolor, lo adverso, las penalidades, la soledad, la enfermedad, la muerte y el dolor.

En la vida si se lo cree, la mujer es como esas matriarcas elefantes de las que dependen las manadas.

Son fuertes, tenaces y tienen toda la sabiduría para encontrar las fuentes de agua ante las fuertes sequías.

Saben guiar a la manada en viajes de muchos kilómetros y, al llegar, son capaces de hallar agua debajo de un río seco.

Hay también un video en el que un chimpancé anciano guía a los demás hasta el lecho de un río seco.

Allí cava con paciencia y, ¡oh sorpresa! el agua empieza a salir y sacia la sed de una manada sedienta y fatigada.

Los animales son nuestros maestros de paciencia, resiliencia. Nos ganan en muchas cosas y ojalá aprendamos de ellos.
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