Pocos toman consciencia de que quererse es una cosa y amarse y convivir es otra bien diferente.
Por no tener eso claro se sufren tantas decepciones en la vida de pareja y se termina una relación o se soporta.
Eres sensato cuando te dedicas a conocer al otro y ves claro que en el enamoramiento cada uno se vende.
En otras palabras, muestra sólo lo lindo y oculta o suaviza las fallas para poder atraer y gustar. Entre novios abundan las apariencias.
Es muy parecido a cuando vas a comprar un auto y te enamoras de la carrocería y ‘los gallos’ sin examinar el motor.
El ingenuo no le da valor a lo feo que ve, o en su engaño piensa: “Yo lo cambio o él, ella, va a cambiar”. ¡Tan cándido!
Si los enamorados pensaran dirían con inteligencia: “Si de novios me grita, de casados me hiere o me mata”.
Pero no lo hacen porque no se dan cuenta de que saben querer, pero nunca han estudiado el exigente arte de amar.
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