El cambio de actitud de un adolescente puede llegar a ser desconcertante para los padres.
Los puede hacer sentir inseguros, ya que las estrategias que utilizaban antes no funcionan más.
Deben adaptarse a los cambios y modificar las normas y límites: que sean más flexibles, y negociados con el adolescente.
De esta manera, la relación entre padres e hijos evoluciona y cambia, pero el vínculo queda siempre.
En el entorno familiar el joven aprende a resolver problemas, mantiene las relaciones y tolera las diferencias de opinión.
La estabilidad familiar es esencial. El equilibrio emocional, la templanza y la estabilidad que le falta debe recibirlo de su familia.
La conducta de los adolescentes no solo está asociada a cambios hormonales, también hay modificaciones a nivel neuronal.
La adolescencia tiene cosas buenas y gratificantes, y una de las tareas de los padres es buscarlas.
Deben pensar que en su hijo hay un tesoro, y buscarlo con seguridad para encontrarlo. Si no lo creen, es como si no existiera.
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