Los hechos de las últimas semanas me han sumido en total depresión: ¿Es posible que el país de mi padre y de mis abuelos se esté transformado en una gigantesca alcantarilla en la cual retozan las ratas que están infectando el país y engordando por cuenta de la pobreza del pueblo y de nuestros impuestos?Lo más grave es que, sin querer yo distinguir entre ratas liberales y ratas conservadoras (pues hay de ambos bandos), sí he quedado consternado ante la desvergüenza de las segundas que han estado defendiendo, encabezadas por sus jefes titulares, el statu-quo que les permite robar a sus copartidarios, y Dios sabrá si también a algunos de ellos y a sus amigos, parientes y validos. La defensa esgrimida por aquellos es un baldón para el partido de Ospina Rodríguez y José Eusebio Caro y nadie pensó nunca que podría llegarse a esos extremos repugnantes.Naturalmente que la cabeza de los jefes titulares del conservatismo no está en manos de los hijos epistolares de los ex presidentes, sino del padre de Tomás y Jerónimo. En efecto, Uribe no es liberal ni aparentemente honesto en cuanto, por medio de sus ridículos y cotidianos trinos, da instrucciones a sus huestes godas para que defiendan al Gobierno: ¿El de quién? El de Uribe y los conservadores a quienes ‘enchanfainó’ en lugares claves de la administración pública, que hieden.Y entonces, la nueva ave canora que tiene a Salazar de mascarón de proa del Partido Conservador, sale a instruir a sus huestes para que no se dejen quitar los puestos que entre sus miembros repartió con la generosidad de quien reparte lo que no es suyo; y aprovechó la ocasión para entorpecer el proyecto de reorganización de la corrupta administración pública que dejó podrir a ciencia y paciencia: los delitos contra el patrimonio público tienen que seguir prescribiendo en cinco años pues con la reelección que le debemos a Noemí y a Fabio Echeverri hay ratas que pasaron de un periodo a otro, y tal vez a uno tercero; esos godos descarados hunden el artículo que pasaba la prescripción a 15 años. Y, por supuesto, van dejando sin muelas los proyectos para atacar esa corrupción de la cual tanto han disfrutado y de paso le disparan a Santos y a Vargas Lleras por iniciativa del Jefe Supremo.Es tan grotesco y vergonzoso lo que ocurre, que numerosos conservadores han salido a defender la honra del Partido y eso me ha hecho acordar de Álvaro Gómez a quien no querían los conservadores que se habían quedado por fuera de la Asamblea Constituyente.Llamaban ellos constantemente a Álvaro quien obviamente era mucho más estricto que el jefe Uribe, y aquel no les pasaba al teléfono ni los recibía, razón por la cual organizaron un concurrido desayuno donde había godos de toda clase y condición, entre ellos algunos ya procesados y otros condenados o sancionados por la Procuraduría, y un liberal, ¡yo!Un algo asustado por la obvia desproporción numérica pregunté por Álvaro y por otros delegatarios de Salvación Nacional, y Ciro Ramírez me aclaró que a ninguno habían invitado pues deseaban exponerme sus quejas para que las transmitiera a Gómez e intercediera a favor de sus amigos para que los oyera. ¿Fui yo el primer jefe liberal del Partido Conservador en ese momento y antes del señor del Ubérrimo? No lo sé.Pero si fui un fiel mensajero y después del opíparo desayuno transmití a Álvaro lo pertinente, a lo cual contestó: “No voy a perder mi tiempo con esos clientelistas y politiqueros que poco valen y no me propongo ni recibirlos ni pasarles al teléfono”, y así fue: el conocía bien a su gente, a esa que comanda ahora Álvaro Uribe.¡Vivir para ver!