A mí me asusta cuando veo que estoy empezando a pensar como el procurador Alejandro Ordóñez porque pienso que definitivamente el poder del personaje es tal que ya se está tomando hasta mi mente. También podría ser que me estoy volviendo vieja. Es que hay quienes dicen que con los años, después de ser jóvenes, idealistas, tirapiedras y socialistas, uno se va volviendo de ultraderecha, cerrado e intransigente en su pensado. Sin embargo, me consuela un poco saber que no estoy del todo de acuerdo con Don Ale, así que ni poseída por ese ser, ni vieja. De pronto simplemente algo godita y con un poco de sentido común.El punto es que tiene toda la lógica del mundo que la Corte Constitucional no haya accedido a que la cátedra de educación sexual se imparta en preescolar y primaria, como lo pretendía el llamado colectivo Sin embarazos adolescentes, liderado por un Carlos Arturo Marín. El Procurador había pedido a la Corte no acceder a la propuesta, (y hasta allí estamos de acuerdo) según él porque dicha cátedra induce al inicio temprano de la vida sexual (hasta aquí llegó el acuerdo). Tampoco estoy de acuerdo con la Ministra de Educación Gina Parody, quien afirma que la cátedra prevendría abuso y embarazo adolescente porque eso es mezclar peras con manzanas.Claramente no sé -y tampoco me importa- si al Procurador se le olvidó que existe algo que se llama hormonas, que rigen en gran parte el inicio de una nueva etapa de desarrollo en los niños y con ella el arribo de aquello que llaman deseos. Esas hormonas se activan, se alborotan y comienzan a dominar los actos y conductas de las personas alrededor de los 11 o 12 años, y creo que toda madre y padre de un adolescente puede dar fe de ello. En ese orden de ideas, el hecho que reciban educación sexual a los 5 años no los va a hacer salir corriendo a buscar aparearse porque no está en su naturaleza todavía.Dicho eso, traigo a colación la palabra naturaleza. Todos los seres humanos pasamos por unas etapas de desarrollo muy definidas y la sicología es muy clara en definir que frente a cada etapa, una manera de manejarla, de hablar de ella y de acompañar a los hijos en su paso hacia la siguiente. De manera que nada tenemos que hacer hablándoles a unos preescolares o preadolescentes de sexo a través de una cátedra específica. Además, esa responsabilidad en primera instancia ni siquiera es de los colegios, sino de los padres de familia y eso a cualquier edad. La responsabilidad de las instituciones educativas es entonces reforzar en el proceso pedagógico los conceptos adecuados para cada edad y que deben haber sido enseñados, discutidos y debatidos por madres y padres.En las edades de preescolar y primaria el énfasis desde la casa y el colegio evidentemente debe ser en el amor propio, en el autocuidado, en el respeto para con el otro y en la importancia de la buena comunicación. Eso sí puede evitar embarazos adolescentes y abusos. También puede aplazar un poco la edad en la que comienza la actividad sexual. La verdad es que me pregunto con mucha frecuencia sobre la obsesión que hay con estar empujando ciegamente y con poco sentido común la presunta educación sobre sexo en instituciones educativas. ¿No será mejor que empujemos con obsesión el sentido de familia, la comunicación entre sus miembros, el respeto por mí y por el otro, el autoestima y el autocuidado? Con eso sí sembraríamos bases para el futuro.