Estamos en un domingo crucial para la democracia colombiana, en el cual cada colombiano tiene el deber de hacerse sentir con su voto para elegir al próximo presidente de nuestro país.
Si miramos el evangelio de este día, en la fiesta del Corpus Christi o fiesta del Cuerpo y de la Sangre del Señor, encontramos, en el evangelio de San Lucas 9,11b-17, la preocupación de los doce apóstoles por la gente que había estado con Jesús escuchándolo hablar del Reino de Dios y viéndolo devolver la salud a los que tenían necesidad de ser curados, y querían que Él los despachara para que consiguieran alojamiento y comida.
Estaban cansados de todo el trajín del día y querían que ya acabara todo eso. Creo que a todos nos pasa que estamos cansados con esta campaña presidencial y deseamos que esto termine ya. Lo que no se imaginaron es que él les dijera: “Denles ustedes de comer”.
Pero ellos responden: “no tenemos más que cinco panes y dos peces, a no ser que vayamos y compremos comida para toda esta gente”. Había como unos cinco mil hombres.
Sabemos que la mitad de los electores quedarán inconformes con el resultado de hoy y hay que darles de comer, es decir, ayudar a serenar los ánimos, dar una palabra de aliento y de esperanza. Y eso nos corresponde a todos.
Interesante que Jesús hace que se organicen en grupos de cincuenta, lo que significa cien grupos.
Colombia no saldrá adelante en masa sino en pequeños grupos que puedan alimentarse de la Palabra de Dios y del pan eucarístico. Que piensen en los demás y no sólo en ellos. La multiplicación de esos panes y peces es un anticipo del pan eucarístico. Jesús, tomando los cinco panes y los dos peces, miró al cielo, los bendijo, los partió y se los dio a los discípulos para que lo repartieran a la gente. En cada misa es lo que hace el sacerdote siguiendo el gesto de Jesús. Participar de la eucaristía es comprometernos a ser pan partido, a dar vida, esperanza, ánimo, fortaleza, ayuda, colaboración a otros.
Después de que se saciaron, dice el evangelio, recogieron doce canastos de lo que sobró. El evangelista comenzó diciendo que los doce le hablaron a Jesús y al final son doce canastos. Esto es que cada uno de los apóstoles es responsable de que alcance a todos el pan. Hoy pidámosle a Jesús, pan de vida, que nos conceda entender su amor al quedarse entre nosotros en la Eucaristía, y que participemos más conscientemente de ella para que a nadie falte el pan.