Ahora que todo el país llora con lágrimas de niños lo que no se defendió como hombres de gobierno, valdría la pena hacerse algunas preguntas para que no vuelva a pasar lo que pasó en Toribío y aledaños en el norte del Cauca.Ahora hablamos de humillación del Ejército. Yo pregunto si alguien se ha cuestionado porqué llegamos a este punto de irrespeto y desesperación. ¿Acaso nos hemos situado en la otra orilla abandonada del Gobierno de turno hace sesenta años? ¿Hemos recordado las humillaciones de terratenientes que se apoderaron por diferentes vías, incluida la muerte de las tierras que le pertenecía a la comunidad? ¿Les hemos pedido resultados de gestión de unidad social a los gobernadores que han pasado por el Cauca peleándose la corona del más malo? Les hemos exigido que dediquen el tiempo que demanda una comunidad multiétnica que pasó de ser la despensa de occidente a representar este revuelto de emociones y falencias, terminando en las imágenes que vimos?Hemos visto crecer los niños indígenas que hoy son milicianos. ¿Han hecho algo los gobiernos centrales para que la educación , y con ella la idea de una nación unida sin distingos haya calado en sus mentes antes de empuñar las armas que les dan los narcoterroristas enseñados a pescar en río revuelto? Con todo respeto: ¿Será que los mismos estrategas militares se han preguntado qué está fallando hace seis décadas para que los indígenas hayan desarrollado solo desconfianza con ellos? ¿El presidente actual y los anteriores nos pueden contar sobre proyectos agrícolas y ganaderos para acompañar, no para imponer, a las comunidades?Y los políticos, los benditos padres de la patria caucana, ¿nos podrían decir cómo están cumpliendo los deberes para los cuales fueron elegidos por los caucanos? ¿Para qué los eligieron? ¿Cuándo, fuera de las épocas electorales, les han interesado “esos indios alzados que están invadiendo nuestros territorios”? Me acuerdo de algunos que venían a dormir al Congreso a nombre del Partido Liberal o del Conservador; y distingo ahora otros que solo les preocupa la tajada nacional; el cómo sacar mejor partido de su elección, no a nombre de la comunidad que los eligió sino para su propio peculio.Esto que sucede en el Cauca no empezó ayer. Esto se gestó por años de indiferencia, desatención, abandono, humillación y sangre que ha ido creciendo hasta que reventó el tumor ayudado por la narco-guerrilla que secuestra a su pueblo. De los indígenas esperamos que cumplan lo que dijeron. Actitud dura con la guerrilla del ‘Sargento Pascuas’ y sus secuaces. Y respuestas de personajes como los congresistas indígenas, elegidos por sus pueblos para que los representaran ante el país. Lo ocurrido en el Cauca, y las carreras del Gobierno para buscar un acuerdo que detenga la pelotera, me acuerda de aquellas amanecidas un día antes del examen para ganar la materia, cuando durante el curso habíamos maquetiado a discreción. No es de rapidez el asunto. Es de confianza, de proyectos cumplidos, y de paciencia por todo lo que perdió el Estado indiferente en sesenta años y ahora quiere recuperar en un minuto. ¡Tacto, confianza y paciencia en nombre de la paz!