En manera alguna puede afirmarse que la protesta agraria esté inspirada por el oportunismo electoral. Si bien las vías de hecho son inaceptables, es imposible desconocer que el movimiento campesino tiene claras justificaciones. ¿Quién puede negar que la apertura económica indiscriminada, la falta de preparación para afrontar los tratados de libre comercio y la indiferencia del Estado, vienen causando una honda crisis social en el campo?Caficultores, paperos, arroceros y paneleros, entre otros, se encuentran agobiados. Afrontan una cuádruple tenaza en la que intervienen revaluación, importaciones desbocadas, alto costo de los insumos y bajos precios internos.Para ilustrar el punto en lo que toca con los paneleros, retomo informaciones publicadas en este diario: la producción de panela es la labor campesina que genera mayor número de empleos, cerca de un millón ochocientos mil entre directos e indirectos. El área sembrada de caña panelera abarca 250. 000 hectáreas, siendo superior a la sembrada en café. Se estima que existen 70.000 fincas, minifundios en su inmensa mayoría, produciendo materia prima para esta actividad. Tal materia prima se destina a unos veinte mil trapiches, los cuales producen 1’300.000 toneladas por año, cuyo valor representa el 7% del PIB agrícola nacional.No tengo dudas de que el gran responsable de la agitación campesina es el mismo Estado. Digo el Estado, porque la indiferencia en la materia, abarca varios mandatos, desde César Gaviria incluido. Nuestro sistema legislativo, por su parte, tampoco ha impulsado iniciativas eficaces destinadas a superar la situación. La estrategia escogida en la materia por los gobiernos ha sido dilatar. Los acuerdos incumplidos son innumerables y al final ni siquiera hay una idea sobre quienes serían los responsables. En contravía de lo que han hecho las naciones desarrolladas al reconocer el carácter estratégico, de seguridad nacional, propio de la producción alimentaria, nos damos el gusto de dar tratamiento de tercera a quienes producen en el campo colombiano. Pasamos tranquilos por encima del mandato perentorio contenido en el Artículo 65 de la Constitución, según el cual: “La producción de alimentos gozará de la especial protección del Estado. Para tal efecto, se otorgará prioridad al desarrollo integral de las actividades agrícolas, pecuarias, pesqueras, forestales y agroindustriales…”. Tampoco queremos aceptar que sin un campo próspero la paz que se cocina será insostenible. Pero volvamos a la panela con respecto a la cual se presentan síntomas alarmantes como son la disminución de las áreas sembradas en caña panelera, una baja del producto elaborado y la perdida continuada de empleos. El azúcar es bien sustituto de la panela, por eso la causa mayor del infortunio descrito estaría en las crecientes importaciones de este elemento, las cuales se duplicaron en los últimos años para superar las trecientas mil toneladas. Se trata por supuesto, de un absurdo si se considera que nuestro país tiene apreciables excedentes azucareros.El Gobierno Nacional puede dar respiro inmediato a quienes producen panela. Para ello debe actuar con mayor audacia en la aplicación de salvaguardas y aranceles a la importación de azúcar. Los paneleros dicen que eso se les ofreció el año pasado, pero hasta ahora solo han recibido caramelo.