El grafiti del italiano graffire, que significa escribir sobre tablas con un estilete o punzón, es según Wikipedia “una modalidad de pintura libre destacada por su ilegalidad generalmente en espacios urbanos”. Su origen se remonta a los tiempos del Imperio Romano, inscripciones que se hacían en paredes de carácter satírico o crítico. Las más famosas se ven aún en las ruinas de Pompeya donde hay pintado un ser mítico con un enorme pene.

En la época moderna, nace en los años 60 cuando un grupo de jóvenes en Nueva York bajo la influencia de la música hip-hop y rap se les ocurrió dejar sus firmas estampadas en los vagones del subway. Paralelamente, un joven artista neoyorquino, Keith Haring, empezó a dibujar en sitios públicos y dejar mensajes subversivos invitando a otros grafiteros a hacer lo mismo. El más notable de los expositores del grafiti moderno es Banksy, un británico, del que aún no se conoce su identidad. A la edad de 18 años, Banksy casi fue detenido por destrozar el espacio público.
Mientras su tripulación huía de la escena, Banksy estaba escondido debajo de un camión de la basura y allí notó unas plantillas para hacer letras regadas sobre el piso. Eso era lo que el necesitaba para pintar más rápido. Los grafitis de Banksy aparecen en sitios de confrontaciones políticas con mensajes alusivos y a veces hasta groseros que posteriormente son subastados por enormes cantidades de dinero. El más reciente fue durante la pandemia que pintó una niña con tapabocas jugando con una muñeca vestida de enfermera.

En América latina el grafiti empezó a ser relacionado como una manera clandestina de expresar la oposición a las dictaduras de los años 70. En Colombia, en la década de los 80 los grupos armados usaban el grafiti para dejar advertencias a la ciudadanía en los barrios periféricos de la comuna 13 en Medellín. El grafiti es en su esencia ilegal y anónimo y es una forma cultural de expresión pública dejando plasmado en mensajes su sentir de rechazo o de aprobación.

El muralismo por el contrario no es espontáneo, no es anónimo ni es ilegal. En Cali está reglamentado, se contrata con artistas y obedece a un proceso administrativo. Históricamente el grafiti limita con el vandalismo como fue en sus orígenes en el metro de Nueva York, por eso la tapada con pintura gris de los grafitis del paro fue un acto de agresión imperdonable basado en la ignorancia de algunos ciudadanos y políticos.
Estas fueron las expresiones de una explosión social que gústenos o no ocurrió, cualquiera que sea su razón. No se justifica el daño en cosa ajena, ni la destrucción de semáforos ni de buses del MÍO, ni la violencia ni las muertes, pero la historia no se puede borrar con el codo y debajo de la pintura gris, las próximas generaciones verán en los palincestos y podrán leer en las paredes descarachadas cuál fue el estallido social de la juventud del 2021.

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