Así les duela a los detractores de Jorge Iván Ospina y busquen todo tipo de razones para que florezca el jardín de los odios, sin duda alguna el Festival Mundial de la Salsa, que tuvo lugar en los últimos días de octubre en el Coliseo del Pueblo con más de 4200 participantes de 20 países, es una pluma en el sombrero del alcalde. Durante tres días y absolutamente gratis más de 30.000 personas tuvieron la oportunidad de deleitarse no solo viendo a los mejores grupos y bailarines de salsa del mundo sino también participando en actividades como clases de baile, baile de timba, salsoteca, viejoteca, encuentro de melómanos, actividades gastronómicas, artesanías. Hubo diversión para todas las edades inclusive para los niños que bailan salsa desde que nacen para ellos.

Se entregaron 111 premios, aún más importante es que el evento se articuló con entidades como la World Dance Sport Federation de Suiza, que regula el baile deportivo del mundo, con el Congreso Mundial de la Salsa de Puerto Rico; y la quinta Dance Convention, para que los ganadores participen de esos festivales en el futuro.

La Secretaría de Turismo se lució organizando un recorrido que empezó en la plazoleta Jairo Varela donde se contó la historia del compositor, recordando que fue el autor del Cali Pachanguero, la canción más famosa de la Feria de Cali. Visitaron el Barrio Obrero, el Parque Eloy Alfaro con el monumento a Piper Pimienta y el Museo de la Salsa donde se exhiben los vestuarios de Amparo Arrebato, instrumentos, partituras y fotografías de reconocidos salseros, que hoy es parte del patrimonio inmaterial de la nación. Luego el recorrido sigue al parque del cholado y allí tuvieron la oportunidad de saborear el raspado que tanto añoran los colombianos que viven en el exterior, para terminar en el gran evento del Coliseo del Pueblo.

Otro evento gratuito fue el Décimo Tercer Festival Internacional del Ballet. Salió el ballet de los teatros y de las boletas costosas y se situó en la Plazoleta Jairo Varela y en el Boulevard del Río. Gente que nunca había visto baile clásico pudo asistir, se dieron clases de ballet gratuitas con los mejores maestros. Los desplazados, los habitantes de la calle pudieron asistir a un espectáculo que en otros tiempos era exclusivamente para los más pudientes.

Estos eventos aseguran que la economía se reactive, los restaurantes, el comercio, los pequeños negocios de los barrios, la economía informal, por donde pasa el turista florezcan. Este Cali post pandemia y post paro necesitaba un remedio, pan y circo, ¿y para aprovecharlo? Hay que dejar que perdure el amor y no el odio. Dejar la búsqueda permanente de los errores del otro. La cizaña y la crítica reproducida a la quinta potencia en las redes sociales no solo nos mortifica, sino que no nos permite ver lo bueno, lo positivo lo que nos hace feliz. Que viva el baile, que viva la salsa.