De pronto de un momento a otro los estudiantes escolares terminaron en sus casas. La escuela como la conocemos surgió como respuesta al conflicto entre los burgueses y los obreros en plena Revolución Industrial, servía de lugar de acogida a los hijos de los trabajadores para entretenerlos y formarlos en el naciente sistema capitalista.

La primera forma de educación pública obligatoria nació en Prusia, se pretendía crear niños obedientes y transformarlos para enviarlos a las fábricas. La estructura de nuestra escuela actual se basa en la escuela prusiana. La escuela está cerrada al mundo exterior y así sigue ignorando las fuentes de conocimiento generadas por las nuevas tecnologías, existen exámenes estandarizados, clases obligatorias divididas por edades, sistema de calificaciones, de premios y castigos y horarios estrictos.

Es un sistema obsoleto. El maestro tiene la última palabra y si el adulto joven a veces mejor informado lo cuestiona es castigado. Mr. Google tiene todas las respuestas pero en vez de capacitarlos para acceder a las grandes oportunidades que enseña la tecnología se deja que los niños investiguen en sus teléfonos inteligentes, busquen juegos violentos o pornográficos y se auto eduquen en medio de la anarquía. Hay que recordar que en Colombia según MinTIC para el último semestre del 2019 había 65 millones de líneas de telefonía móvil.

Por esa visión tardía ha sido tan difícil el cambio de las aulas escolares a la telescuela, los maestros no estaban preparados y en vez de hacerse aliados de los teléfonos móviles los prohibían, han querido trasladar el aula con todos sus defectos a la casa, tareas imposibles, niños de 8 años que en vez de enseñarles desde un principio a manejar un computador empezaron a escribir haciendo planas con el obsoleto estilo Palmer.
Inglés gramatical enseñado por profesores que no lo saben hablar, cuando en línea se ofrecen programas gratuitos como ‘Nihaomyamigos’ para aprender en un mes mandarín, inglés, español y lenguaje de señas.
Los padres aterrados se aferran a las órdenes del maestro por miedo que sus hijos pierdan el año bajo un sistema evaluativo obsoleto. Si bien el Gobierno está tratando de hacer lo posible para que la tecnología llegue a los lugares más remotos y que allí donde no hay un celular haya un televisor no se han aún diseñado los programas para sustituir al maestro.

Mi nuera en Estados Unidos donde el colegio en casa se vuelve cada día más popular sacó a su hijo del colegio y lo tiene bajo un currículo flexible estudiando bajo sus propios lineamientos.

Que sea esta una oportunidad para darle un vuelco al sistema educativo, aulas virtuales con más trabajo investigativo abiertas a la posibilidad de la creatividad, de pronto al aire libre sin tableros ni tiza ni pizarras, sin lápices ni reglas ni transportadores. Docentes que conozcan las mejores plataformas tecnológicas, no más madrugadas a las 5 de la mañana para coger un bus, reuniones semanales para bailar salsa o hacer deporte mientras que el conocimiento llega desde Mr. Google.

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