En el año 2014, Rusia anexó a su territorio a Crimea, península que formaba parte de Ucrania. Las organizaciones internacionales dejaron pasar este abuso sin mayores reclamos y los países miembros del tratado de la Otan, tomaron unas medidas económicas de castigo débiles. En el 2008 el ejército ruso se enfrentó a las fuerzas georgianas para defender la independencia de dos estados Osetia del Sur y Abjasia, ambos colindantes con su frontera. Ahora estos dos estados, que posan de independientes, son gobernados, al igual que Bielorrusia, por títeres de Moscú.

Todos los territorios que he mencionado formaron parte de la Unión Soviética y obtuvieron su independencia, después de la caída del muro de Berlín, que sentenció el desmembramiento de la federación comunista.

Rusia es hoy el país más grande del mundo. Cuando se estudia su historia podemos comprender cuál fue el origen de esa inmensa extensión, lo cual no quiere decir que sea el más próspero. Su economía ocupa el undécimo lugar, su riqueza se equipara con la de Brasil. En lo que sí se destaca es en su armamentismo. Fue el segundo país en desarrollar una bomba atómica.

Desde la época de Pedro ‘el Grande’, quien le abrió las puertas al Océano Báltico y fundó la ciudad de San Petersburgo, luego, Catalina la Grande, de origen alemán, extendió sus fronteras hasta el Mar Negro, lugar donde no se congelan las aguas en invierno y se conecta con el mediterráneo, pasando por los Zares que la sucedieron y extendieron sus fronteras hasta Alaska, son referentes del espíritu expansionista de Rusia que forma parte de su ADN.

Pues bien, ahora la emprendió contra Ucrania que también formó parte de la Unión Soviética. Con la excusa de proteger la población rusa del Donbás, región colindante con Rusia donde ejerce, por su puesto, influencia. Putin comenzó por estimular su independencia para anexarla a su territorio, como lo hizo con Crimea, apoyando económica y bélicamente a los grupos separatistas.

Inicialmente la invasión a Ucrania no pasó de ser una amenaza, que le dio tiempo para prepararse e iniciar una guerra con todas las de la ley. Invadió el territorio de Bielorrusia para lanzar el zarpazo, desde donde su propósito estratégico era más efectivo y contundente. Pensó que podría poner de rodillas al gobierno de Zelensky en muy poco tiempo. Calificó su decisión como un ejercicio bélico y así lo comunicó a su ciudadanía.

Por fortuna se equivocó. Cometió un genocidio repudiado por toda la comunidad del mundo occidental, en especial por los miembros de la Otan. Las imágenes de la destrucción y los desplazamientos son desgarradoras. Pero lo que fue una sorpresa, nunca soñada por su ambición expansionista, fue la férrea resistencia del ejército y del pueblo ucraniano, comandados por su presidente, Volodimir Zelensky, convertido hoy en una figura mundial.

La guerra ya la ganó Ucrania, puesto que Putin pensó que la invasión tomaría solamente poco tiempo y tendría la acogida de los ruso parlantes. Ha transcurrido más de mes y medio, sin éxito, con bajas importantes en su ejército. El mudo repudia la soberbia rusa.

Desestimaron el patriotismo y capacidad para repeler la invasión del pueblo ucraniano. Putin se equivocó y hoy es el derrotado, aunque logre invadir las dos provincias colindantes, lo que ahora parece pretender.