El 15 de agosto de este año se celebró el centenario de la apertura del Canal de Panamá. Un evento de trascendencia mundial. Unió dos océanos y acortó de manera significativa el trayecto de los buques que navegan entre el continente europeo y el asiático, y el tráfico entre ambas costas americanas. Antes se tenía que dar la vuelta por el Cabo de Hornos, en Chile.Se trata de una obra de ingeniería monumental, una de las maravillas del mundo, más admirable aún cuando se toma en consideración la precariedad de los instrumentos y las herramientas utilizadas entonces. Se tuvo que cavar un canal, construir un lago artificial, lago Gatún, dos juegos de inmensas esclusas y dragar una buena parte del trayecto que tiene una longitud de 78 km.Sin embargo lo más significativo para nuestro país fue que su construcción ocasionó la secesión de Panamá, anteriormente un departamento de Colombia, hecho que debió dejarnos varias lecciones. Sin embargo parece que nuestra capacidad de olvido es inconmensurable.El florero de Llorente en esta ocasión fue la desaprobación del tratado Herran-Hey por parte del Senado de Colombia. Se ignoraron los deseos de los ciudadanos de la provincia. Esto le sirvió de excusa al presidente Theodore Roosvelt para sentirse ofendido y apoyar a los separatistas. “I took Panamᔠ(yo tomé a Panamá), fue lo que manifestó para calificar su actuación. Se trataba de un Presidente estadounidense con convicciones imperialistas, un Putin de nuestro tiempo. Las tropas colombianas tenían que llegar a la ciudad de Panamá a través de Colón y la administración del ferrocarril, controlada por norteamericanos, se negó a transportarlas.Si el Senado, en lugar de haber obrado, sacando el pecho, con fundamentalismo patriótico, hubiese tenido más sentido práctico, posiblemente los sentimientos independentistas podrían haberse desvanecido. Sin embargo esto no ocurrió en gran medida por la falta de atención al clamor de los panameños y a la desinformación de lo que se estaba cocinando en provincia. Lo que alimenta las huelgas campesinas y los reclamos desesperados de los habitantes del Pacífico, son una réplica de lo que aconteció en Panamá. Cien años después continuamos con un centralismo que el Gobierno Nacional desconoce, o no le atribuye importancia. Los políticos le dedican más atención a sus ambiciones de poder y a sus rivalidades, que a resolver los problemas fundamentales de los ciudadanos. Sin duda los medios de información acolitan esta cotidianidad.Otra circunstancia que sin duda contribuyó a la independencia de Panamá fue la Guerra de los Mil Días, que arruinó al país, la cual concluyó tan solo un año antes de los acontecimientos ocurridos en el Departamento del Istmo. Se trató de rivalidades políticas en lucha por la hegemonía, en donde prevalecían el dogmatismo y el caciquismo a ultranza, no muy lejos de lo que actualmente ocurre entre el uribismo, el santismo, claro está, sin contienda bélica.Uno no se explica por qué toma más tiempo construir una carretera Buga-Buenaventura o la malla vial del Valle, que una obra tan monumental como el Canal de Panamá, aún más incomprensible si tenemos en cuenta que hoy se cuenta con herramientas muchísimo más eficaces que el pico y pala utilizado en el pasado.