Un insólito robo sacudió este fin de semana a la ciudad de Washington D. C., cuando Mario Bustamante Leiva, un ciudadano chileno de 49 años, fue arrestado por sustraer el bolso de Kristi Noem, secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos. El incidente ocurrió mientras la funcionaria compartía una comida familiar en The Capital Burger, un restaurante ubicado a pocas calles de la Casa Blanca.

Dentro del bolso, valorado en miles de dólares por su marca de lujo Gucci, se encontraban no solo 3.000 dólares en efectivo, sino también documentos sensibles como la licencia de conducir, el pasaporte, las llaves de su apartamento y una placa oficial del Departamento de Seguridad Nacional (DHS). Según fuentes oficiales, Bustamante Leiva habría actuado como parte de una organización criminal dedicada a cometer robos a lo largo de la Costa Este estadounidense.

Las autoridades, con apoyo de la Secret Service y el ICE, lograron rastrear al sospechoso gracias a las imágenes captadas por las cámaras de seguridad del local. En las grabaciones se observa cómo el ladrón, cubierto parcialmente con una mascarilla quirúrgica N95, pantalones oscuros y una gorra de béisbol, se mueve de forma sigilosa antes de tomar el bolso y salir del restaurante. De acuerdo con el fiscal estadounidense Ed Martin, el objetivo del delincuente no habría sido directamente la funcionaria, sino el costoso accesorio que atrajo su atención.

La secretaria Noem expresó en redes sociales su agradecimiento a las agencias de seguridad que participaron en la captura del delincuente y lamentó que “un criminal profesional y sin documentos” haya logrado afectar su seguridad personal.

Añadió que esta situación refleja los desafíos que enfrentan muchas familias en el país debido a la delincuencia, remarcando la importancia de fortalecer las políticas migratorias para evitar que individuos con antecedentes delictivos permanezcan en el territorio estadounidense.

Bustamante no era un desconocido para las autoridades. En 2015, había sido arrestado en Londres tras participar en una serie de robos que dejaron pérdidas superiores a 28.000 dólares, incluyendo teléfonos, carteras y ordenadores. Esta vez, su actividad criminal se trasladó a suelo norteamericano, donde las investigaciones apuntan a una red organizada que opera desde hace tiempo en varios estados.

En paralelo, se confirmó la detención de un segundo sospechoso vinculado a la banda, esta vez en la ciudad de Miami. Mientras se avanza en el proceso judicial, el caso ha puesto de nuevo sobre la mesa el debate sobre la seguridad en zonas cercanas a puntos neurálgicos de poder, recordando que la sede del gobierno estadounidense estaba apenas a una milla del lugar donde ocurrió el robo.