Hay 31 estados del país norteamericano donde aún se aplica la pena de muerte.

Durante su discurso en el Congreso de los Estados Unidos, el papa Francisco confirmó su oposición frente a la pena de muerte y frente a más de 500 diputados y senadores que se aglomeraron en el hemiciclo de la Cámara de Representantes pidió su abolición.  

La "certeza" de que "tenemos que custodiar y defender la vida humana en todas las etapas de su desarrollo"  (...) "me ha llevado, desde el principio de mi ministerio, a trabajar en diferentes niveles para solicitar la abolición mundial de la pena de muerte", dijo el pontífice argentino ante los representantes de un país que practica varias ejecuciones al año.

"La sociedad solo puede beneficiarse en la rehabilitación de aquellos que han cometido algún delito", afirmó el jesuita argentino.

Hay 31 estados en Estados Unidos que aplican la pena de muerte, aunque 10 han renunciado a condenar a los convictos con el máximo castigo, lo que significa que, en la práctica, 29 de los 50 estados del país no aplican más la pena capital.

“Hagan ustedes con los demás como quieran que los demás hagan con ustedes”, fue la frase que pronunció el Sumo Pontífice para ratificar su inconformidad frente a la medida. 

Durante su discurso en inglés, Francisco abordó diversas problemáticas como lo son el cambio climático, la regulación de la inmigración y el reparto de las riquezas, temas que en su mayoría habían sido abordados el miércoles con el presidente Obama. 

El Sumo Pontífice recordó la historia de los estadounidenses por medio de personajes como Abraham Lincoln, Dorothy Day y Martin Luther King, quienes por medio de muchos esfuerzos forjaron un mejor futuro. Hoy no se debe olvidar esa lucha y cada ciudadano con la ayuda de su gobierno debe de insistir y procurar tener un mundo mejor. 

De acuerdo con las declaraciones del argentino, la política debe de estar al servicio de la humanidad, “no puede ser esclava de la economía y de las finanzas. La política responde a la necesidad imperiosa de convivir para construir juntos el bien común posible, el de una comunidad que resigna intereses particulares para poder compartir, con justicia y paz, sus bienes, sus intereses, su vida social. No subestimo la dificultad que esto conlleva, pero los aliento en este esfuerzo”.

Y  agregó: “Tratemos a los demás con la misma pasión y compasión con la que queremos ser tratados. Busquemos para los demás las mismas posibilidades que deseamos para nosotros. Acompañemos el crecimiento de los otros como queremos ser acompañados. En definitiva: queremos seguridad, demos seguridad; queremos vida, demos vida; queremos oportunidades, brindemos oportunidades. El parámetro que usemos para los demás será el parámetro que el tiempo usará con nosotros".

Durante su discurso, el papa también abordó el tema de la violencia provocada por el fundamentalismo religioso y pidió a los congresistas mucha delicadeza y diplomacia para erradicar esta lucha. "Combatir la violencia perpetrada bajo el nombre de una religión, una ideología, o un sistema económico y, al mismo tiempo, proteger la libertad de las religiones, de las ideas, de las personas, requiere un delicado equilibrio en el que tenemos que trabajar". 

Finalmente, y para despedirse el papa Francisco declaró que cree "en una América que oficialmente no sea ni católica, ni protestante ni judía, en la que ningún funcionario público requiera ni acepte instrucciones sobre política pública del Papa, del Consejo Nacional de las Iglesias ni de ninguna otra fuente eclesial”. Cree en un sistema justo e integral que pueda ayudar y sostener en buenas condiciones a toda su comunidad.