La aplastante derrota del presidente Mauricio Macri en las elecciones primarias del 11 de agosto en Argentina se torna definitiva, y el retorno del peronismo al poder, encabezado por la fórmula de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, parece un hecho cumplido.

Aunque faltan más de dos meses para las verdaderas elecciones del 27 de octubre, las Primarias Internas Simultáneas y Obligatorias del domingo pasado se han convertido, en los hechos, en la primera vuelta electoral.

El gran inconveniente es que estas primarias de los partidos no decidieron nada, pero definieron todo. La derrota contundente de Macri y el triunfo de la fórmula Fernández-Fernández por quince puntos de diferencia enterró casi definitivamente las posibilidades de reelección del Presidente y provocó un terremoto económico.

“La realidad acaba de estamparles un sopapo electoral”, definió el escritor Jorge Asís.

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El lunes siguiente, el peso se devaluó más del 30 % y las acciones cayeron 50 % o más, la mayor caída en un día en 30 años según la agencia Bloomberg.

La economía responsable

La derrota de Macri no fue inesperada, al menos para la mayoría de la población. Si bien los encuestadores pagados pronosticaban cifras parejas para los dos contrincantes, abajo, en lo profundo de la sociedad, era un secreto a voces que el Mandatario empresario iba a recibir una paliza.

No era para menos. En un año y medio, el país se desbarrancó otra vez por el precipicio de la crisis. El peso pasó de 16 a 45 contra el dólar hasta el viernes anterior a las elecciones. La inflación de 2018 fue de casi 50 %, la más alta en tres décadas. Las tasas de interés llegaron a más del 60 %, ahogando la industria y las pequeñas empresas.

Macri tuvo que endeudarse en 57.000 millones de dólares con el Fondo Monetario Internacional, FMI, el mayor préstamo que el organismo haya concedido a un país en su historia y que equivale a casi la mitad de su cartera de créditos.

El Fondo puso duras condiciones de austeridad y estrictos límites al manejo de las reservas, lo que terminó maniatando al Gobierno para responder a los embates devaluatorios contra la moneda, impidiéndoles concesiones a los sectores más castigados por la crisis económica.

Los gravísimos sufrimientos económicos no solo afectaron a los pobres estructurales del conurbano bonaerense, territorio para siempre peronista, sino que alcanzaron a la clase media y a las pequeñas empresas urbanas, que fueron los votantes de Macri en 2015.

El peronismo, la ilusión

Desgastado por el último año y medio de catástrofe económica, el actual Jefe de Estado hizo una campaña electoral con el mismo discurso de hace cuatro años, remachando que el país no debía volver al pasado, refiriéndose al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

En una hábil maniobra política, la actual senadora, que tiene numerosas investigaciones por corrupción en la justicia, eligió a Alberto Fernández como candidato presidencial y se guardó para ella el segundo puesto.

Fernández fue jefe de Gabinete de Néstor Kirchner y Cristina desde 2003 hasta 2008, cuando renunció e hizo duras críticas a la gestión de la Presidenta y apareció como una figura más moderada que ella. Con esta ficha ganadora, el peronismo está por volver al poder.

“El peronismo es el único partido realmente nacional de la Argentina”, dijo a El País el analista Julio Burdman, para explicar el triunfo opositor del pasado domingo.

“La coalición oficialista de Macri nunca llegó a ser un partido nacional. El peronismo tiene la mayoría de las gobernaciones, las mayorías parlamentarias, el poder sindical, los movimientos sindicales, y por eso tiene la capacidad de formar una coalición mayoritaria, como no la tienen otras fuerzas”, agregó.

Por eso, “es el único partido que realmente logra la gobernabilidad en Argentina”.

A más de dos meses para las verdaderas elecciones, el resultado parece inamovible. “No creo posible cambiar el resultado”, señaló Burdman. “En el gobierno creen que puede haber algún cambio, pero ni siquiera las medidas económicas que anunció Macri son capaces de lograrlo”.

Por eso, lo fundamental, para Burdman, es que “se cree el clima de transición. Macri dice que hubo internas y que las elecciones reales son el 27 de octubre, y por eso no quiere hablar de transición, pero en realidad el conjunto de la sociedad considera que ganó el peronismo”.

Objetivo: llegar a octubre

Después del apabullante resultado, el objetivo del Mandatario ya no es gobernar cuatro años más, sino gobernar los cuatro meses que le faltan para así romper un récord: convertirse en el primer presidente no peronista que termina su mandato.

En 1989, el radical Raúl Alfonsín debió adelantar las elecciones y entregar el poder antes de tiempo al peronista Carlos Menem, en medio de una espiral hiperinflacionaria.

En 2001, Fernando de la Rúa tuvo que renunciar en medio de una insurrección popular para ser sucedido por cuatro presidentes peronistas en menos de dos semanas.

En 2003, el peronista Néstor Kirchner ganó las elecciones y fue sucedido por su esposa en 2007.

El problema de aquí a diciembre 10, cuando se debe posesionar el nuevo Mandatario, es la gravísima situación económica, con la espectacular caída de esta semana y lo que está por venir.

Las fábricas empiezan a parar y a suspender personal, porque los insumos importados no se pueden nacionalizar, debido a que no se sabe a cuánto pagar el dólar, y las pequeñas empresas, ahorcadas, con el crédito bancario cortado, deben pagar tasas de más del 70 % de interés, lo que significa la quiebra asegurada.

Esta semana, Macri anunció una serie de medidas para calmar la angustia popular: eliminó el IVA de los productos de la canasta básica y congeló el precio de los combustibles hasta diciembre próximo, aumentó el salario mínimo y redujo el impuesto a las ganancias que pagan los asalariados.

Medidas que han debido tomarse mucho tiempo atrás, pueden calmar unos días la angustia colectiva, pero de ninguna manera le servirán para revertir el resultado en octubre.

Bomba de tiempo 

El dilema es que hay un Presidente que ya no tiene poder y un candidato que todavía no ha sido electo. “Fernández va a jugar un papel positivo de estabilización, pero no puede gobernar antes de tiempo. Si Macri no le da un papel, no puede hacer nada, como candidato no puede hacer nada. Si pretenden que juegue ese rol, le van a tener que reconocer el lugar, porque si no, pierde capital político gratuitamente”, opinó Julio Burdman.

“Los mercados, más que aterrados, saben que cambia la política económica, que va a haber una nueva gestión, con otra orientación en materia financiera. El modelo que veníamos siguiendo tenía una pauta de refinanciación permanente de la deuda a tasas altas y eso va a cambiar. Por lo tanto, no es terror o pánico, sino conocimiento de que cambian las condiciones”, agregó.

Según Burdman, no hay que temer: “Yo creo que va a ser un gobierno parecido al del Frente Amplio en Uruguay, con economistas tradicionales en las áreas de gestión y los dirigentes peronistas en las áreas más sociales, como laborales, salud, educación, pero en las áreas de economía va a haber economistas más tradicionales”.

El experimento de Macri, el empresario que llegó al poder prometiendo gestionar la economía, eliminar la pobreza y la inflación, y destilando optimismo con el lema de “sí se puede”, envuelto en globos amarillos, interpretando a Freddy Mercury y bailando cumbia en el escenario, parece haber llegado a su fin.

El peronismo, como desde 1945 en adelante, volverá una vez más al poder. Es que, como dijo el escritor Jorge Asís, el peronismo “es algo más que un movimiento político o una cultura. Para Argentina es un destino”.

Cambios 

  • La eventual victoria de Alberto Fernández en las próximas elecciones presidenciales podría complicar la ratificación del tratado comercial entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), debido a sus críticas al acuerdo y sus discrepancias con el presidente de Brasil, Jaír Bolsonaro.
  • Algunos especialistas en economía y política internacional dicen que las ideas proteccionistas de la exmandataria argentina Cristina Fernández conducirían a la revisión del pacto comercial en temas como las explotaciones agrícolas comunitarias, aspectos tecnológicos y la protección del mercado interno.