El cambio climático amenaza con borrar del mapa a uno de los países más pequeños del mundo, Tuvalu, un archipiélago de apenas 26 kilómetros cuadrados ubicado en el océano Pacífico central, entre Hawái y Australia. Científicos y expertos en clima advierten que esta nación insular podría quedar parcialmente sumergida para el año 2050 debido al incremento sostenido del nivel del mar.
El país está compuesto por nueve islas de coral que no superan los tres metros de altitud sobre el nivel del océano. Esa característica lo convierte en uno de los territorios más vulnerables a inundaciones, tormentas costeras y erosión acelerada.
Según diversas proyecciones, al menos la mitad de Funafuti, su capital y principal centro urbano, podría quedar bajo el agua dentro de dos décadas.
El caso de Tuvalu ha recobrado atención internacional en medio de las olas de calor que afectan a Europa, con particular intensidad en España y Portugal.
La crisis climática no solo produce temperaturas extremas, sino que también incrementa los riesgos para islas de baja altitud, como lo demuestra la situación del archipiélago pacífico.
Durante junio, España reportó al menos 380 muertes relacionadas con el calor. La fallecida más reciente fue una trabajadora en Barcelona, víctima de un golpe térmico. La situación ha encendido alertas sanitarias y reforzado el llamado a tomar medidas urgentes contra el calentamiento global.
Tuvalu, aunque pequeño y poco poblado, se ha convertido en un símbolo de lo que podrían enfrentar muchas comunidades costeras en las próximas décadas.
Diversos reportes, como los de National Geographic y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), indican que hasta 216 millones de personas podrían verse forzadas a desplazarse en 2050 debido a la crisis ambiental.
Las autoridades de Tuvalu han intentado posicionarse como líderes en la defensa de la justicia climática. Han intervenido en cumbres internacionales para exigir compromisos concretos de las grandes potencias emisoras de carbono.
“No queremos convertirnos en refugiados climáticos”, han dicho en distintos escenarios globales.
Pese a estos esfuerzos, las soluciones estructurales siguen siendo limitadas. El gobierno local ha comenzado a digitalizar registros estatales, explorar acuerdos de reubicación internacional y diseñar estrategias de adaptación ante la posible pérdida progresiva de su territorio.
La amenaza sobre Tuvalu no es futura, ya se manifiesta en la forma de inundaciones recurrentes, erosión costera y escasez de agua potable. Para muchos expertos, el caso representa una advertencia temprana de los efectos más extremos del cambio climático.