Cientos de personas abarrotaron hoy algunos bares de la ciudad de Washington para seguir el testimonio ante el Senado del exdirector del FBI James Comey, despedido hace un mes por el presidente de EE.UU., Donald Trump, como si se tratara de la final de una competición deportiva.

En un ambiente similar al de un "Super Bowl", los residentes de la capital, una ciudad muy politizada por la presencia del Gobierno y el Congreso, se dieron cita en locales de ocio para escuchar por boca de Comey los motivos de su despido por parte de Trump y los pormenores de la trama rusa para influir en las pasadas elecciones, en supuesta confabulación con el equipo de campaña del magnate.

En estas "fiestas" que se organizan para ver eventos políticos, como ya ocurrió durante los debates de campaña o la noche electoral, los bares cambiaron los canales deportivos de sus televisores para sintonizar las cadenas de noticias, que transmitieron en directo la comparecencia de Comey ante el Comité de Inteligencia del Senado.

Eric Heidenberger, el dueño del Shaw's Tavern, una taberna popular de un barrio cercano al Capitolio, donde tuvo lugar la audiencia, aseguró a Efe que esperaban más movimiento que un día cualquiera pero no las colas que se formaron delante de su local.

"Lo único a lo que esto se puede comparar es a un evento deportivo mundial, como una final, que atrae a mucha gente. Pero aquí nunca hemos visto tanta gente como la que vino hoy", explicó.

Pese a tratarse de un jueves por la mañana, un día laborable como otro cualquiera, la convocatoria del "Comey Hearing Covfefe" ("Audiencia de Comey Covfefe", en referencia a un tuit trasnochado de Trump en el que escribió esa palabra inexistente) reunió a profesores de vacaciones, politólogos y personas que acudieron con sus computadoras portátiles para seguir trabajando desde allí.

Desde de las 08.30 de la mañana, una hora y media antes de que comenzara la audiencia, la gente ya se amontonaba en colas para conseguir un lugar privilegiado en los bares, mientras decenas de personas tuvieron que quedarse de pie.

El activista político Eric Sánchez atribuyó la cantidad de curiosos a las decisiones de Trump, "sin ningún sentido y cuanto menos sospechosas", y por el deseo de la población de pedir explicaciones a sus gobernantes.

"Vinimos porque queremos escuchar explicaciones. Hay mucha necesidad de saber la verdad sobre lo que ha pasado en la Casa Blanca, y que hoy se haya reunido toda esta gente acentúa el activismo y la movilización de los últimos meses", afirmó.

Pese a la multitud, los asistentes se mostraron muy expectantes durante las más de dos horas de audiencia, y el silencio atento únicamente se interrumpió en contadas ocasiones con algunos aplausos o carcajadas.

Los espectadores sólo apartaban la vista del televisor para tomar los cócteles con vodka que estaban de oferta en alusión jocosa a la relación de Trump con Rusia, o para comer el tradicional "brunch", el desayuno tardío habitual los fines de semana en EE.UU.

La profesora de historia de la educación secundaria Jennifer Garden no quería perderse "un momento histórico para aclarar y llegar hasta el fondo" de lo que calificó como "contradicciones" del Gobierno de Trump sobre la llamada "trama rusa".

"Mis estudiantes y yo nos reunimos con Comey antes de que lanzara la bomba sobre Hillary (Clinton, la excandidata demócrata a la Presidencia), y creo que es un buen hombre y que ha tomado decisiones dudosas antes, pero que ahora hizo lo correcto".

Comey resucitó, apenas once días antes de las elecciones, el escándalo de los correos electrónicos que perjudicó las aspiraciones presidenciales de Clinton, al reabrir la investigación sobre el uso de un servidor privado por parte de la candidata demócrata.

Lo que Garden consideró como "correcto" fue la acusación que hizo hoy el exjefe del FBI contra Trump de "mentir" sobre los motivos por los que fue destituido y sugerir que lo que deseaba de él el gobernante era cambiar el rumbo de la investigación.

También hubo quien aprovechó la ocasión para hacer negocio, como la artista Patricia Baca, de origen mexicano, que iba entre los asistentes promocionando sus talleres artísticos.


"Ya que se formó toda esta expectativa y tenemos que sufrir las consecuencias de las locuras de Trump, aprovecho para hacer negocio", explicó.