Habla el periodista británico Austen Ivereigh, autor de la biografía ‘El gran reformador’, sobre el Sumo Pontífice, que esta semana visitará México.

En la noche del 13 de marzo de 2013, cerca de 5000 periodistas estaban en Ciudad de El Vaticano a la espera del anuncio sobre quién sería el nuevo Papa.

Cuando se supo que Jorge Bergoglio sería el nuevo papa, con el nombre de Francisco, muchos, en especial los no latinoamericanos, buscaron infructosamente información sobre él. 

Solo Austen Ivereigh, británico, escritor y periodista, especialista en asuntos religiosos y políticos, siendo exasesor del cardenal inglés Cormac Murphy-O’Connor, tenía muy claro el perfil del primer Papa nacido en tierras latinoamericanas.

Décadas antes de ser testigo de este acontecimiento, Austen vivió en Argentina para poder obtener su Doctorado (en la Universidad de Oxford) sobre la Iglesia y la política en ese país, por lo que conocía mucho sobre Bergoglio.

Por años, Austen recopiló entrevistas, documentos e historias para escribir ‘El gran reformador’, con un contexto profundo sobre la familia de Bergoglio, italianos que inmigraron a  Argentina; su decisión de ser jesuita, su papel en la dictadura y el espíritu reformador que lo caracteriza.  

¿Cómo surgió en usted la idea de escribir esta biografía?

A diferencia de otros comentaristas británicos, yo conocía su país y la iglesia que él había formado, cuando hice una tesis doctoral hace 25 años y por eso pasé mucho tiempo en Argentina. Me parecía que hacía falta una explicación de quién era, de dónde venía y dónde situarlo en las complejidades de la historia política y católica Argentina.

Era imposible entender a Juan Pablo II sin conocer la historia tortuosa de Polonia en el siglo XX. Lo mismo ocurría con Francisco en Argentina, para entenderlo no era suficiente llamarlo el Papa latinoamericano. Esa convicción de que hacía falta ese tipo de libro creció en mí y decidí que lo escribiría, por eso me trasladé a Argentina por  siete semanas para hacer un montón de entrevistas y encontrarme con gente que lo conocía bien, como los jesuitas.

 ¿Sin visitar Argentina habría sido imposible escribir este libro?

Hubiera sido imposible escribir este libro en tan poco tiempo sin haber tenido la ventaja de entrar en todos  los hechos históricos de  Argentina y la iglesia hace tantos años. Yo digo, a veces en broma, que soy la prueba de que los doctorados pueden servir para algo, aunque debí esperar 20 años para descubrirlo.

“Hay un efecto Francisco  sobre la Iglesia, a la cual  le devolvió su papel diplomático”, Austen Ivereigh, escritor y periodista   británico.

¿Cómo influye Argentina?

La historia de Argentina es muy importante para Francisco, él cree mucho en la historia, profundizando en en los siglos XVIII y XIX, en especial la importancia de las misiones de los jesuitas en esas épocas en  Paraguay que  fueron inspiración en su quehacer. El  libro hace las conexiones entre la historia de Argentina y la  vivida por Jorge Mario Bergoglio.

¿Cómo fue la investigación de la vida de los Bergoglio?

Él siempre ha hablado de las historias de la vida de sus abuelos y sus padres cuando migraron a Argentina y cómo vivieron la crisis generada por la Gran Depresión a partir de 1929. Eso lo marcó, en especial la vulnerabilidad de los inmigrantes, de dejar su país natal para ir en búsqueda de un futuro mejor, aunque sea incierto. Esa historia vivida por su familia le generó una gran empatía con el fenómeno de la migración. Me parece providencial que tengamos un Papa que sepa y entienda ese desplazamiento de personas, el más grande en décadas que ha vivido el mundo.

Por eso me parece tan importante su visita a México esta semana, que lo llevará a Ciudad de Juárez, un lugar de frontera donde se da la inmigración. Esto justo cuando en Europa varios partidos de derecha están explotando el tema de los extranjeros.

¿Profundiza en el polémico tema de Jorge Bergolio y su papel en la dictadura militar argentina?

Cuando salió elegido Papa, había muy poco en Internet sobre él porque cuando fue Cardenal dio pocas entrevistas. Era una figura poco conocida, incluso en Argentina, donde muchos sabían quién era, pero él en Buenos Aires podía caminar por la calle sin que nadie lo reconociera, porque no salía en TV. La noche de su elección 5000 periodistas corrían en búsqueda de información de él, y lo único que encontraron fueron unas  supuestas acusaciones sobre su complicidad con la dictadura argentina. Uno de mis propósitos con el libro era presentar lo sucedido porque las acusaciones fueron negadas por sus cercanos, pero nadie había hecho una investigación y  los libros sobre su vida no profundizaban en el tema.

¿Qué encontró?

No he encontrado las respuestas a todas las preguntas, pero  pude recrear lo sucedido en esta historia,  tan dramática como sorprendente, pues Bergolio no solo no  fue cómplice de la dictadura sino que ayudó a decenas de personas a escaparse de ella, escondiéndolas en el Colegio Máximo. No habló en contra de la dictadura, porque tenía como  objetivos, en esa guerra sucia,  ayudar a los perseguidos y proteger a los  jesuitas,  muchos de los cuales estaban ligados a las causas progresistas. Era muy fácil que el Gobierno sospechara de ellos. Al final lo logró, aunque él diga que no hizo lo suficiente. 

Desde los 20 años a Francisco le extrajeron parte de un pulmón, lo que le impidió hacer deporte. A sus  79 años está en buenas condiciones de salud. 

¿Bergoglio fue un reformador desde sus primeros años?

Esa es la razón del título, ‘El Gran Reformador’, si hay un hilo conductor en su vida es que en los momentos de crisis en la Iglesia a él siempre lo han llamado y aparece, siendo una figura desconocida pero a la que le dan las riendas para que realice las reformas. Esto le ha sucedido desde los 36 años de edad,  cuando fue nombrado provincial de los jesuitas en Argentina. Tiene una visión clara de cómo debería ser la Iglesia hoy. Es un reformador pero no es un Lutero, es radical pero tampoco el Che Guevara. Pertenece a una tradición de la reforma católica que viene desde la Edad Media, cuyo ícono es Francisco de Asís,  lo que le da la razón de su nombre como Papa. Hace parte de la corriente reformista de la Iglesia y, aunque es una figura desconcertante, es un agente de cambio. Lo sorprendente es que,  a diferencia de Asís, llegó a ser Papa.

Lo que viene, según  Austen Ivereigh

Austen Ivereigh viajó a Argentina  en octubre del 2013. Allí   entrevistó a unas 70 personas que conocían a Bergoglio. Visitó dos o tres ciudades del interior de ese país donde Francisco trabajó  y fue a Chile. Al  regresar  a Inglaterra empezó a escribir en noviembre del 2013 y terminó en junio del 2014. En noviembre de ese año publicó la biografía en inglés e italiano y en abril del año pasado, en español.

Cuenta este escritor y periodista  que “pronto Francisco hará una reforma profunda de la estructura de la curia,  la más completa. Y le tomará  buen tiempo. Todo esto tiene que ver con conectar el centro con la periferia, con reformas profundas, muchas dictadas en el Concilio Vaticano Segundo pero  que no habían sido implementadas. Viene otra reforma  sobre la cultura de la Iglesia, con una actitud diferente de la Iglesia ante el mundo, enfocada en las vidas reales de las personas, donde los pobres son prioridad y con énfasis en la misericordia. Esta reforma, sin embargo, encuentra   mucha resistencia”.

“La comunicación entre Benedicto XVI  y Francisco era constante y dinámica. Benedicto tuvo que abrir la época franciscana en El Vaticano. Como Papa supo qué se debía hacer, pero también  qué no se   podía. En México, Benedicto se hizo   consciente de la fuerza de la Iglesia latinoamericana. Allí se dio cuenta de que el futuro de la Iglesia estaba en  América Latina”.