La madrugada del martes 7 de agosto de 1956 nunca será olvidada para las miles de personas que les tocó vivir en carne propia la catástrofe que partió en dos la historia de la capital del Valle del Cauca.

Carros, casas y todo tipo de edificaciones ardieron de manera simultánea en una explosión repentina ocurrida alrededor de la 1:00 a.m., cuando siete camiones cargados con 1053 cajas de dinamita, explotaron y arrasaron con todo a su paso.