Un día Pedro Infante entró a un restaurante y antes de pedir se metió en la cocina para lavar trastes; solo cuando acabó, le dijo al dueño "Toño, ya cumplí, ya me puedes servir". Hoy sigue siendo recordado por su sencillez, además de por el talento que le convirtió en el "gran ídolo de México".

Hace cien años, Infante (1917-1957) nació en Mazatlán (Sinaloa), el 18 de noviembre, y desde temprano mostró vocación para la música. Aprendió a tocar la guitarra, el piano, el violín y la batería de forma "natural", demostrando que tenía un "don", dice a Efe Sergio Solís, productor en Warner Music México.

"Obviamente, la gente no lo quería ver tocando detrás de la batería, la gente lo quería ver delante, con el micrófono cantando, porque tenía una presencia física que les gustaba a ellas y a ellos también", comenta con una sonrisa.