Álvaro Enrique López, a sus 82 años no puede tener un día completamente tranquilo, ya que de un momento a otro, se empieza a sentir agitado, con dificultad para respirar. Cuando esto le sucede debe utilizar cuatro tipos de inhaladores para mejorar su respiración y cuando no lo logra, se debe ir de urgencias al hospital, donde al verlo las enfermeras exclaman: “ya este señor se muere”.

López está diagnosticado con asbestosis. Desde muy joven trabajó como bracero en Eternit, en Yumbo, municipio donde vive. “A mí me tocaba descargar bultos de asbesto que venían en los vagones del ferrocarril, llegaban 30 ó 35 toneladas. Después, desde las tractomulas. Algunos bultos venían rotos, esperábamos que el compañero se acercara para alzarlos y nos ‘bañábamos’ con ese asbesto, no sabíamos que eso daba cáncer”, recuerda.