Lula da Silva optó por el silencio y no ha querido aclarar si se entregará en las próximas horas, aunque la policía ha admitido que "no hay condiciones" para detenerlo durante la noche del viernes.

El juez Sergio Moro instó a Lula a entregarse hasta las 8:00 p.m. del viernes y comenzar a cumplir la condena de 12 años que arrastra por corrupción y lavado de dinero. Sin embargo, el expresidente permaneció durante todo el día recluido en la sede del sindicato metalúrgico, su cuna política, donde se concentraron de miles de simpatizantes.

Las proclamas "no lo van a detener", "vamos a la lucha" y "Lula, guerrero del pueblo brasilero", retumbaron frente a la sede del sindicato. Cinco segundos antes de que expirara el plazo, miles de voces entonaron la cuenta regresiva, mientras Lula continuaba en el sindicato, donde pasó la noche arropado por la cúpula del Partido de los Trabajadores (PT) y de familiares y amigos.