'N' es tan precavida con sus documentos, que si debe romper un extracto bancario lo hace en pedacitos diminutos, los que arroja en canecas de basura diferentes para evitar que algún delincuente pesque sus identificaciones. Tampoco responde correos electrónicos con sus datos personales ni llena encuestas cuando le piden el número de cédula. Sin embargo, esta caleña, antropóloga y politóloga de profesión, que jamás había estado reportada en Datacrédito y no se acuerda haberse atrasado en sus deudas, la llamaron el 20 de mayo pasado de un banco para advertirle que tenía una deuda de $9.200.000 por una tarjeta de crédito Visa Oro. Con ese banco, por cierto, 'N' jamás ha tenido cuentas, ni tarjetas, ni créditos. A 'N', entonces, le robaron su identidad. Alguien llegó al banco, dio su nombre, una cédula falsa, y pidió una tarjeta de crédito. Se la dieron el 24 de abril de 2009. Ese mismo día, 'N' estaba fuera del país. Meses después, el ladrón hizo compras por $6.000.000 un mismo día. Después se esfumó. 'N', que no sabía qué es eso de tener moras con los bancos, quedó registrada con la peor calificación en Datacrédito: la marcada con la D. Aún no lo cree. Su caso lo denunció ante la Fiscalía. Interpuso un derecho de petición a la entidad bancaria para que le dieran copia de todos los papeles que usaron para sacar la tarjeta. También exigió una explicación escrita de cuáles fueron los procedimientos de seguridad del banco para entregar esa tarjeta. Quiere llegar hasta el fondo del asunto. Y aunque el banco respondió (le confirmaron, aunque no de manera escrita, que la deuda había sido cancelada) aún sigue reportada en las centrales de riesgo. Para evitar casos de robo de identidad, se recomienda no usar contraseñas obvias, ni revelar información personal por teléfono. Incluso, se sugiere llevar la cédula en la cartera sólo cuando sea necesario. Es mejor dejarla en la casa, ojalá en una caja fuerte.