El hombre que cuidó al hijo de Clara Rojas en la selva, absuelto el lunes por la Corte Suprema de Justicia por el supuesto secuestro del menor, afirmó que no se arrepiente de haberlo recibido en su casa, pues le salvó la vida.

José Crisanto Gómez, el hombre que cuidó al hijo de Clara Rojas luego de que unos guerrilleros se lo entregaran en la selva del Guaviare, dice estar tranquilo porque en su caso se hizo justicia.En un fallo de la Corte Suprema de Justicia, se revocó la condena que un Tribunal de Villavicencio le había impuesto por 33 años de cárcel, al acusarlo de secuestro extorsivo agravado, fraude procesal, rebelión y falso testimonio.De esta forma, se cierra un capítulo de su vida por el que pagó cuatro años de cárcel, sufrió amenazas contra su vida, tuvo que desplazarse de su hogar y padeció los señalamientos de personas que lo catalogaron como un miembro de las Farc.Clara Rojas se escuchó molesta en los medios de comunicación por la decisión de la Corte, ¿qué le diría?Yo siempre he dicho que respeto mucho a Clara Rojas, no comparto su actitud. Nunca he podido comprender esa personalidad que maneja. No tengo ningún resentimiento. Creo que algún día ella va a tener la oportunidad de profundizar en todo, de conocer la verdad. Desafortunadamente se dedicó más al show mediático que a profundizar en lo que pasó. Se creyó muchos rumores que nada tienen que ver. No tengo nada que decirle.Ella ha dicho que Emmanuel presentaba señales de maltrato...Creo que todo el maltrato y las condiciones en que lo llevaron tiene que preguntárselo es, quizá, al papá del niño. ¿Por qué lo dejó maltratar tanto estando allá en la organización? Porque cuando lo llevaron a la casa el niño iba en una situación de maltrato muy evidente...Y si tuviera la oportunidad de hablar con Emmanuel, ¿qué le diría?Antes de hablar con el niño creo que él mismo va a conocer su propia historia. Hay un libro, hay una película. Creo que la satisfacción más grande es saber que todo ese esfuerzo que hice, todo lo que me ha tocado afrontar, hoy se ve reflejado en la vida de ese niño.¿Cómo fue el paso de Emmanuel por su hogar?Fue un niño que llegó en unas condiciones verdaderamente precarias, infrahumanas. Hice todo lo que estaba a mi alcance para brindarle un poquito de cariño, de amor. Compartir la comida, el biberón de mi hija con él. Hice todo de buena fe sin saber de quién se trataba. Lo hice con un sentimiento, más que solidario, paternal.Después de todo lo que ha pasado, ¿se arrepiente de haber recibido al niño en su casa?Yo siempre he dicho que es una vida que se salva, creo que todos los colombianos debemos tener un mínimo gesto de solidaridad, como nos lo ordena la misma Constitución. Creo que si verdaderamente somos seres humanos racionales, no debemos escatimar fuerzas para contribuir a salvar la vida a alguien, más cuando se trata de un niño indefenso e inocente.¿Cómo es su situación actual?Estoy en Boyacá, con mis siete hijos, porque todo esto llevó a mi separación de la mamá de ellos. Me ha tocado vivir situaciones muy difíciles, enfrentarme a retos demasiado duros, incluso a llegar a la caridad pública para poder sostenerlos.Y ahora, ¿qué espera de su futuro?Yo quiero pedirle al Estado que me garantice como mínimo el derecho a la vida, porque temo por mi seguridad, mi integridad. Quiero seguir adelante, seguir confiando en Dios que iluminó a los magistrados para que fallaran a mi favor y en derecho.Todos mis hijos están estudiando actualmente, pero es una situación muy difícil. No he podido adquirir los uniformes, no ha sido fácil lo que me ha tocado vivir.¿Qué dicen sus hijos?Los mayores recuerdan exactamente cómo sucedieron los hechos, cómo llegó el niño aquel 11 de enero del año 2005 y todo lo que nos ha tocado vivir. Yo estuve cuatro años en la cárcel en los que ellos estuvieron totalmente desprotegidos. Han aguantado hambre, desnudez, toda clase de adversidades. Los más grandes aun no han podido superar todo esto, tienen un resentimiento por lo que les ha tocado vivir. A los más pequeños les he tratado de contar todo, siempre les digo la verdad. Les digo que no estoy arrepentido, que gracias a lo que hicimos y a lo que hemos vivido ese niño está vivo y creo que esa es la mejor recompensa.Si su situación es tan delicada, ¿piensa demandar al Estado?Yo no he pensado en eso, tampoco lo descarto. Pero creo que más que una demanda quisiera que quedara un precedente para que se revisara este sistema acusatorio que tenemos, bastante dudoso y frágil. Alabo la iniciativa del señor ministro de Justicia, Alfonso Gómez Mendez, que ha propuesto una restructuración a la justicia colombiana. Ese es un primer paso para la consecución de la paz. En un país donde no haya justicia, difícilmente va a haber paz.¿Por qué decidió escribir un libro?Publiqué 'El hijo de la selva' estando en prisión, luego de ver cómo se tergiversaba y manipulaba la información en algunos medios. Se decían cosas muy apartadas de la realidad y yo era el protagonista de esa historia. ¿Quién más que yo, que sabía la verdad? Era muy importante que la sociedad la conociera y por eso me enfrenté al desafío de escribir un libro, sin tener mucho conocimiento de la escritura.¿Cómo fueron esos cuatro años en prisión?La cárcel es una experiencia terrible, por lo que hice de ella algo fructífero. Quise enfrentarme a una adversidad de la mejor manera, tratar de superarme. Conocí muchas cosas, me dí cuenta de en qué país vivía. En esa situación tuve que compartir con jefes paramilitares, políticos, narcotraficantes y me hice una idea de en qué país vivía, antes tenía una visión muy llana de Colombia.¿Y cuál es la visión ahora? ¿En qué país vivimos?Es una Colombia en la que desafortunadamente existen muchos intereses; donde la gran mayoría de la Constitución y las leyes quedan como letra muerta; donde muchos funcionarios que administran justicia utilizan su poder para ascender, para reconocimientos propios, destrozándole la vida a mucha gente inocente.¿Por qué no contó la verdad en un principio e inventó que era el tío de Emmanuel?Era muy difícil, por las condiciones y las amenazas en contra de mi vida y de la de mis hijos. Estaba en una zona roja. Es muy difícil para mucha gente imaginar cómo se vive en esas regiones tan apartadas donde las leyes las imponen quienes tienen las armas. Entonces no me permití hacerlo.Decían que sus vínculos con las Farc se evidenciaban en que fue raspachín de coca...Por allá el único medio de vida es desafortunadamente ese. Siempre he dicho que la coca fue la gran ilusión para el campesino para salir de su pobreza, pero se convirtió en su gran maldición, porque terminó esclavizado por los grupos armados.