En el Valle, bandas como Los Rastrojos las usan para camuflarse y transportar drogas ilegales y hasta para sicariato. Panorama.

Nadie lo confirma abiertamente. Y cuando alguien finalmente dice que sí, que es cierto eso de que bandas criminales como la de los Rastrojos infiltraron algunos mototaxistas en varias ciudades del Valle del Cauca y del resto del país para cometer ilícitos, lo dice en voz baja, para que nadie lo escuche.Es difícil dudar que eso sea la verdad. Aun cuando la Policía dice desconocer el fenómeno de reclutamiento de transportadores ilegales por parte de narcotraficantes y el crimen organizado, recientes hechos de violencia contra este gremio dicen todo lo contrario. El pasado viernes 16 de septiembre dos hombres llamados Cristian Camilo Álvarez, de 19 años y Héctor Quiñónez Flórez, de 29, fueron asesinados a las 5:00 p.m. cuando se movilizaban por la Carrera 15 con Calle 23A del barrio Rubén Cruz Vélez, de Tuluá.La Policía no dio hipótesis del doble homicidio, pero pocos en la ciudad pasaron inadvertido el hecho de que ambos hombres eran mototaxistas. El 21 de septiembre, es decir, cinco días después del primer crimen, otro hombre, Óscar Hernán López Velasco, de 29 años, recibió varios disparos de calibre nueve milímetros en la cabeza y el tórax a la 1:30 de la tarde cuando hizo el pare en un semáforo en rojo. Era el cuñado de Cristian Camilo Álvarez.De acuerdo con cifras oficiales en lo que va corrido del 2011, doce mototaxistas han sido asesinados en Tuluá. Cuatro de ellos sólo en septiembre.Quienes viven de mover gente de un lado a otro en sus motos dicen que parte de esos crímenes sí tienen que ver con el oficio. Que se trata de ajuste de cuentas, de no haber cancelado una deuda, de no haber entregado una encomienda a tiempo o de no haber entregado el producido del día completo. Y es verdad que nadie ha dicho de manera oficial que los homicidios tienen relación con esos nexos criminales, pero un alto funcionario de la Alcaldía de Tuluá dice que hoy algunos de los llamados motorratones son extensiones sobre ruedas de los Rastrojos.No sólo los usan como campaneros y mandaderos de armas, mujeres y drogas. Dice que hay miembros activos de esa banda que se camuflan entre los conductores para cometer homicidios.Para no dejar rastros que puedan ser seguidos por las autoridades, se mudan de ciudades cada cierto tiempo. Pero, Tuluá es a donde más llegan. De Cali, de Cauca y de Antioquia. Afirman que también hay miembros de los Urabeños y Los Paisas, buscando controlar las rutas del narcotráfico. Un mototaxista tulueño confirma esas afirmaciones hechas en voz baja. Comenta que es muy cierto que eso ocurre y no sólo en ese municipio del centro del departamento sino también en Buga, Cartago, San Pedro, Palmira y Cali.El ‘motorratón’ agrega que gracias a la enorme cantidad de vehículos que se usan para transporte de pasajeros, es muy fácil mezclarse y no ser detectado y por eso las bandas criminales los buscan tanto a ellos para reclutarlos.“Un taxi tiene que registrarse y aunque esta ciudad (Tuluá) es pequeña, hay muchas motos y como no tenemos chalecos que nos identifiquen, pues es muy simple camuflarse y hacer lo que le piden a uno que haga”, concluye y solicita que bajo ninguna circunstancia se revele su nombre.Un ‘negocio’ crecienteLa situación se ha hecho tan inmanejable que algunos taxistas que trabajan en el Valle han optado por vender sus vehículos y comprar motocicletas, lo que ha hecho que haya una explosión de informalidad desde hace unos años para acá. Igual que con un taxi, contratan a alguien para que conduzca y piden un producido diario de $10.000. El empleado paga la gasolina todos los días.De hecho, el alcalde (e) de Tuluá, John Jairo Gómez Aguirre, dice que actualmente en los patios del tránsito en los que se guardan los vehículos inmovilizados reposan hoy 650 motos que nadie reclama, que eran usadas como transporte y que no tienen ningún papel en regla. Es decir, no tienen tarjeta de propiedad, no tienen seguro ni tienen la revisión técnico mecánica al día.“Lo que hacen muchos motorratones es comprar unas motos de modelos viejísimos (hasta 1995) que valen $700.000 o menos y trabajan en ellas. Entonces si se las inmovilizan, las abandonan y compran otra por ese precio. Es tan fácil dejarla tirada que tenemos muchísimos casos de personas que han tenido accidentes y son abandonadas por el conductor, heridas. Entonces dejan el pasajero lesionado y también la moto”.Ser motorratón es lucrativo. Uno de ellos, que maneja una moto de alto cilindraje, manifiesta que pese a la cantidad de competencia, puede hacerse al día hasta 30 viajes. Cada pasaje oscila entre $1.200 y $2.000 dependiendo de la distancia que haya que recorrer.Pero ellos admiten que pese a que pueden vivir holgadamente con esas ganancias, hay otros, no todos, que prefieren conseguir mucho más dinero cobrando dinero de extorsiones o colaborando con el microtráfico. Si en Tuluá llueve, en Cali no escampa“En Cali no existe el fenómeno del mototaxismo”, aseguran las autoridades. Pero un empleado de un colegio del Sur de Cali pregunta entonces quién fue el que atracó a una de las profesoras después de que la llevó por $1.000 al barrio Meléndez.Aunque ese fenómeno de informalidad para nada se asemeja al de ciudades como Tuluá o Buga (en esta última ya se habla de mil personas dedicadas a ello) según una investigación realizada por la Asociación de Taxistas de Cali, al menos 200 de estos vehículos de transporte informal operan en siete sectores de la ciudad. Ellos son: La Portada al Mar, la Carrera 1 con Calle 73, frente al Hotel La Luna, en la entrada al barrio Meléndez, en la Carrera 13 con Calle 14, en el barrio San Antonio y en el Hospital Isaías Duarte Cancino. Un habitante del barrio Normandía dice que cada noche se reúnen entre 15 y 20 personas a ofrecer sus servicios de transporte y que entre ellos hay algunos menores de edad, que conducen los vehículos a velocidades muy altas.El tránsito de la ciudad ya ha hecho varios operativos en algunos de esos sectores para evitar su proliferación.Pero, aunque grave, el problema no es ese. El problema es que, igual que en Tuluá, esa macabra alianza criminal también se ha sellado en esta ciudad. El País habló con un mototaxista que afirma que Los Rastrojos lo contactaron para que él se encargara del microtráfico en el sector Sur de la ciudad, recibiendo drogas traídas desde Santander de Quilichao y Puerto Tejada.El hombre cuenta que él cubre el sector de Meléndez, Nápoles y El Jordán. Debe ir a esos barrios y repartir a los jíbaros drogas y cobrar. Luego entrega las ganancias a su contacto con la banda criminal.El comandante de la estación de Policía encargada del sector dice que no tiene conocimiento alguno de que estas actividades se estén llevando a cabo allí, aunque sí admite que en este mes se capturaron dos personas que llevaban camufladas armas de fuego no registradas en sus motos.Explica que, pese a que se han presentado quejas sobre inseguridad, ninguna se refiere a que haya una red de criminales organizada.La misma respuesta fue dada cuando se consultó en la estación de Policía de Los Mangos sobre la presencia de motorratones en inmediaciones del hospital Isaías Duarte Cancino, en Aguablanca.Sin embargo, el mototaxista caleño que habló con El País aseguró que en esa zona hay un fuerte vínculo entre conductores y delincuentes comunes, que se han unido para cometer crímenes como fleteos y sicariato.Pero, no se reportan capturas o procesos en la Fiscalía por esta razón. Ni siquiera se admite que esto ocurra. Sin embargo, los implicados juran que eso es así y algunos otros, como los taxistas, no dudan en tildar el fenómeno de bomba de tiempo. ¿Quién sabe?Problema de alcance nacionalSegún estudios realizados por agremiaciones de mototaxistas del país, con el apoyo de algunas de las alcaldías, el fenómeno de transporte informal se presenta en 32 departamentos de Colombia.Departamentos del norte del país como Magdalena, Atlántico, Sucre, Bolívar y La Guajira son los que más ciudades tienen afectadas con esta modalidad de trabajo irregular, según los datos revelados.Amazonas es la zona con menos presencia de mototaxistas en el país. Solamente Leticia tiene servicio informal de transporte de pasajerosy encomiendas. Se estima que unos cuatro millones de personas en todo el país usan hoy en día este tipo de servicio.Los motorratones defienden su trabajoDebido al alto número de mototaxistas que hay en Colombia, en Bogotá se creó hace ya cuatro años la Corporación Nacional de Transportadores de Servicio Público Individual de pasajeros en Vehículo Mototaxi, Conamotax.De acuerdo con sus voceros, ellos son una respuesta a las necesidades de un transporte rápido, eficaz y barato, pensado especialmente para usuarios de los estratos 1, 2 y 3.Según sus datos, en Colombia el 89% de personas que se transportan con ‘motorratones’ son de esos estratos y agregan que al menos un 11% más son personas de estratos 4 y 5.Y añaden que otra ‘ventaja’ que tienen ante el servicio público formal es que los mototaxistas, en algunas ciudades, trabajan en turnos de doce horas, lo que cubre todo el día. Agregan además, apoyados con cifras del Fondo de Prevención Vial y del censo económico de la Dian en 2005, que en toda Colombia hay al menos 400.000 personas que dependen laboralmente de las motocicletas.Quienes emplean este medio como su forma de subsistir alegan que es una salida a los altos índices de desempleo. Según el Dane, en Colombia el número de desocupación alcanza el 11,6%.Por eso, rechazan los intentos de criminales de usarlos para cometer ilícitos. Miembros de la Cooperativa de Mototaxistas de Tuluá, Coomoto Express, que agrupa a 30 personas, dicen que decidieron unirse, aún a riesgo de sacrificar sus ingresos, ya que sólo atienden ‘carreras’ pedidas vía radioteléfono, porque no quieren ser estigmatizados como algunos motorratones de esa ciudad, debido a la delincuencia.“Nosotros llevamos al menos doce años haciendo este trabajo, cada uno de los empleados de esta cooperativa tiene que pasar por una revisión de antecedentes y no se le permite a nadie trabajar si antes no se le ha hecho un estudio laboral y se analiza su hoja de vida”, explica Luis Ángel Gaviria, gerente de Coomoto Express.Los mototaxistas agremiados de Colombia hicieron hace algunos meses un llamado a las alcaldías para que por decreto los organicen igual que hacen con los taxistas en sus ciudades.Palmira, a reventarLas cifras sobre las personas que ejercen el mototaxismo en Palmira rondan los ocho mil. La Federaciónde Mototrabajadores de Colombia, Fedemotracol, tiene registradas 1.200 oficinas de motos en esta ciudad, que suman cerca de 7.200 personas. “El censo que hemos podido establecer es por las oficinas registradas, pero muchas personas en otras encuestas no admiten que ejercen el mototaxismo y por eso los datos dejan de ser exactos”, recalcó José Adolfo Aguirre, miembro del comité de educación en Fedemotracol. Además, la circulación de motocicletas en La Villa se disparó en los últimos años y el número de motos podría llegar a los 60.000, según reporte de la oficina de Tránsito.