Cali, por su cercanía con el Cauca, es la ciudad en Colombia con mayores decomisos de esa droga. Así es su tráfico y venta.

Tres hombres de no más de 25 años mueren en una calle del barrio Sucre, centro de Cali, por una sobredosis de heroína. La escena tiene lugar un día cualquiera a finales de septiembre, en una zona comprendida entre las carreras 13 y 14 con Calle 18 que se llama ‘la calle del H’. 

Allí mismo, por un corredor atestado de niños semidesnudos, hombres sucios, mujeres delgadas, demasiado delgadas, basura, mucha basura, dos hombres usan una misma jeringa para inyectarse una dosis de heroína. Otro hombre aspira lo que podría ser un gramo. Mientras los observamos y hacemos algunas fotografías cubren sus rostros. Alguno lanza un improperio y nos llama “sapos”.

Ramiro, el hombre que nos acompaña, un exdrogadicto  que trabaja con los Samaritanos de la Calle nos dice: “eso hace unos años no se veía por aquí. La heroína ni se oía nombrar, y ahora ya hasta hay  una calle llena de gente metiendo  todo el día. La calle del H”.

Un “mercado” emergente 

Según las estadísticas del último informe mundial de drogas de la ONU, en 1.999 Colombia podía producir cerca de 90 toneladas de heroína anuales, mientras que para el 2014 la cifra apenas superaba las 10 toneladas. La mayor parte de la droga se vende en el exterior, pues a pesar de la disminución, el país sigue siendo el segundo vendedor de heroína a EE. UU., después de México.   Ahora bien, en la medida en que la producción disminuyó en los últimos diez años,  el consumo al interior del país aumentó. 

Hasta 2014 se suponía que el consumo de heroína era tan bajo en el país que ni siquiera se hicieron estudios nacionales sobre la adicción a esa droga. Sin embargo, ese mismo año el Estudio Nacional de Psicoactivos reveló que durante 2013 se había registrado un notorio aumento del número de heroinómanos y  que al menos 31.800 personas podrían considerarse adictos a la sustancia. Cali, Medellín, Bogotá y Pereira son las ciudades con mayor número de adictos. 

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Se hace llamar Javier. Es adicto a la heroína y lo conozco gracias a miembros de Samaritanos de la Calle en Cali, que trabajan con indigentes y adictos. El rostro acabado, la piel pálida pegada a los huesos de modo que puede adivinarse la forma completa del esqueleto de su cara. Dice que consume heroína hace unos seis años. “Esto empezó a llegar como en el 2005, pero yo me enganché como en el 2010. Más o menos desde ese año es que un montón de gente empezó a consumir aquí en la  calle del H”.  ¿Cuántos son ese montón del que habla Javier? No se sabe. Se desconoce la cifra, no hay una estimación del número de heroinómanos que puede haber en Cali. 

Andrés García, uno de los funcionarios de Samaritanos que trabaja con los adictos, dice que lo único seguro es que van en aumento. “Si hace un año atendíamos a un consumidor de heroína entre cien adictos a otras drogas, ahora podemos atender a 10 o 15”. Y si el consumo va en aumento, lo natural es que la oferta también. ¿Quiénes están detrás de la venta de heroína en Cali? Un agente de inteligencia de la Sijín explica que toda la heroína que llega a la ciudad proviene del Cauca. Esa afirmación concuerda con los datos del Observatorio de Drogas que sostienen que la mayor área sembrada de amapola, planta de la que se extrae el principal componente de la heroína, está en el sur del Cauca. El agente dice que a Cali llega el ‘caucho’ obtenido luego de cocinar un líquido que segregan las amapolas. Ese ‘caucho’, fácil de camuflar en equipajes, llega a ciertas zonas de Cali en donde se procesa  para obtener el polvo blanco que es la heroína. Fuentes de inteligencia del Ejército señalan que el ‘caucho’ lo produce el Frente 29 de las Farc, que lo vende a intermediarios, que a su vez lo venden a pequeños carteles en Cali. 

“Hasta el momento no hemos podido identificar a los grupos que están detrás del procesamiento y la venta de esa droga en la ciudad”, dice la fuente de la Sijín.

Clan Úsuga

Una fuente cercana  a esa estructura criminal sostiene que la venta de heroína a EE. UU., y Europa desde el Valle  siempre ha estado controlada por el Clan Úsuga. Inicialmente el negocio de la heroína, que es hasta cinco veces más cara que la cocaína, estuvo dominado por alias Chupeta, quien luego de su captura en 2007, lo heredó a ‘Martín Bala’ y al ‘Negro Orlando’, ambos capturados. Con la caída de estos dos últimos, el negocio se lo empezaron a disputar delincuentes como alias Fresa,  el Lobo y Dimax, al servicio de ‘los Rastrojos’. 

Sin embargo, luego de ser capturados este año, la venta de heroína volvió a quedar en manos de miembros del ‘Clan Úsuga’. “En Cali hay dos zonas a donde llega el caucho que luego se convierte en heroína. Una es la galería de Santa Elena y otra es el barrio Sucre”, dice la fuente. La afirmación concuerda con el hecho de que los mayores decomisos de la droga realizados por la Policía en Cali, según datos de la Sijín, se han hecho en esos dos barrios. 

En lo que va de este año en Cali se han incautado 874 gramos de heroína, mientras que en todo el departamento del Valle la cifra es de 41 kilos. El año pasado, este departamento fue la zona con mayor cantidad de heroína incautada con un total de 43 kilos, seguida de Antioquia, con 27. 

“En el Valle, y especialmente en Cali, es donde más se maneja la heroína para vender al exterior, porque los cultivadores están en el Cauca, una zona cercana. Si sacar la heroína se le está haciendo difícil a los delincuentes gracias a las acciones de las autoridades, lo más lógico es que la empiecen a vender aquí mismo, en las ciudades. Lo más lógico es que Cali sea una de las más afectadas”, dice una fuente de inteligencia del Ejército.

Las autoridades saben que en la ciudad los dos principales expendios de heroína están en el  barrio Sucre del centro y en la galería de Santa Elena. El primero alimenta toda la demanda de los consumidores de barrios como El Calvario, Santa Rosa, San Nicolás y Sucre, especialmente en la llamada ‘Calle del H’.  El segundo alimenta la demanda de los heroinómanos que habitan en la galería y el descampado ubicado en la Calle 26, entre carreras 44 y 56, una zona invadida por habitantes de la calle adictos a diferentes drogas.

Otro de los indicios del aumento del consumo de esa droga en la ciudad es el precio al que actualmente se vende. Hace unos cinco años un gramo de heroína costaba $15 mil. El año pasado el precio llegó a $5 mil y ahora se puede conseguir en la ‘Calle del H’ hasta en $3 mil. 

“Como ha aumentado la oferta porque el consumo ha venido aumentando, entonces  el precio se baja”, dice Ramiro, el exdrogadicto que nos acompaña en el centro de Cali. Y asociado el aumento del consumo hay otra serie de problemas. La heroína se consume inyectada. Las jeringas usadas por los consumidores no suelen ser nuevas y, de hecho, una sola puede puede ser utilizada por varios adictos en diferentes ocasiones e incluso, una vez deshechada, puede ser recuperada por otro adicto.  

Según estudios de los ministerios de Salud y de Justicia y  la Universidad CES de Bogotá, se calcula que en Cali el 60 % de los consumidores de heroína comparten la jeringa, lo que puede derivarse un grave problema de salud pública debido al contagio de enfermedades como VIH y Hepatitis B o C.  En la ‘Calle del H’ hay decenas de hombres, mujeres y niños. Ramiro me asegura que todos son consumidores de heroína. Y no hay nadie que los atienda, ni siquiera sabemos quiénes son, cuántos son. “Los únicos que los atienden son los ‘jíbaros’, ellos sí’, dice Ramiro, con una risa de ironía.  

Problema de salud públicaEn Armenia y Bogotá, el ministerio de Salud  ha dispuesto la entrega de equipos para el consumo de heroína, con el fin de disminuir las probabilidades de que los adictos contraigan enfermedades como VIH o hepatitis.    En Cali la Secretaría de Salud se encuentra realizando  el diagnóstico de consumidores con el fin de tomar la decisión sobre la entrega de equipos para el consumo.  Actualmente en Cali la única organización que ayuda a adictos  a la heroína es Samaritanos de la Calle, quienes dicen que se requieren más esfuerzos.