Desde hace cien años, la Cruz Roja Colombiana, seccional Valle del Cauca, acompaña a las comunidades más vulnerables en los momentos más difíciles. Sus más de 1450 voluntarios han estado presentes en tragedias naturales, emergencias sanitarias y crisis sociales, ofreciendo ayuda humanitaria y formación comunitaria.

Fabiola Pineda Villegas, presidenta de la seccional, lo resume con claridad: “Nuestro mayor aporte ha sido estar donde más nos necesitan, con humanidad y compromiso”.

La historia de la Cruz Roja en el Valle está marcada por la respuesta a grandes tragedias. Desde la explosión de Cali en 1956, pasando por el terremoto de Popayán, el de Armenia en 1999 y las históricas inundaciones de los años 80, los voluntarios han sido el corazón de la institución.

La Cruz Roja Colombiana despliega equipos especializados en primeros auxilios durante emergencias o catástrofes, como la explosión del 7 de agosto de 1956 en Cali. | Foto: El País

En esos eventos, la seccional activó su protocolo nacional de emergencias, que incluye la sala de crisis, la coordinación con organismos como Bomberos y Defensa Civil, y el despliegue por turnos de voluntarios especializados. Ese modelo se mantiene hoy, con nuevas capacidades: telecomunicaciones 24 horas, equipos psicosociales, unidades de rescate acuático y canino, y un sólido componente educativo en Derecho Internacional Humanitario (DIH).

Carlos Andrés Pérez, director de voluntariado, destaca que el enfoque educativo resulta ser clave para enfrentar épocas difíciles. “Formamos a todos nuestros voluntarios en DIH y gestión de paz. Esa formación nos permitió, por ejemplo, mediar durante el estallido social de 2021 en Cali, y trabajar con jóvenes de comunidades como Siloé y Potrero Grande para transformar territorios”.

Programas y desafíos palpables

Hoy, la seccional Valle del Cauca desarrolla múltiples líneas de acción, como gestión del riesgo, salud comunitaria, seguridad vial, protección del medio ambiente, conectividad para migrantes y búsqueda de desaparecidos. También ofrece programas de donación de sangre, atención psicosocial a víctimas de violencia y acompañamiento a mujeres, cabeza de familia, y comunidades infantiles a través de las Damas Grises.

En emergencias recientes, como la ola invernal de 2023 en Siloé, el equipo desplegó albergues temporales, plantas potabilizadoras de agua y brigadas médicas. Asimismo, ha reforzado su trabajo de apoyo psicosocial frente a situaciones de violencia como Buenaventura y otros municipios. “La respuesta no termina con la emergencia. Acompañamos a las víctimas en procesos de recuperación física y emocional. Eso deja huellas positivas en la vida de las personas”, explica Pérez.

El voluntariado sigue siendo su mayor fortaleza. Cada año ingresan en promedio 500 nuevos miembros, entre ellos jóvenes formados en brigadas educativas, socorristas, profesionales de salud y Damas Grises. “Tenemos que adaptarnos a los tiempos. Hoy ofrecemos cursos virtuales y mixtos para que más personas puedan capacitarse sin sacrificar su vida laboral o familiar”, dice Fabiola, al advertir que el relevo generacional es uno de los principales retos.

Sostenibilidad y nuevas tecnologías

La Cruz Roja Valle enfrenta el desafío de garantizar la sostenibilidad de sus programas. Es por eso que trabaja con cooperantes, entidades que apoyan su labor humanitaria y realiza actividades de recolección de fondos, como el Día de la banderita. “Buscamos generar recursos a través de la prestación de servicios de salud y educación, y así llegar con nuestra labor a las comunidades más vulnerables”, reconoce la presidenta.

La institución también se prepara para escenarios complejos como el cambio climático y la migración. La seccional trabaja con plataformas de alertas tempranas para mejorar la evaluación de riesgos climáticos, así como en la modernización de sus sistemas de comunicación.

Pérez subraya que las nuevas tecnologías serán aliadas clave. “Ya tenemos voluntarios certificados en el uso de Arcgis, una herramienta tecnológica que integra y conecta datos a través del contexto geográfico. Queremos aprovecharlas para salvar vidas y no para generar pánico con falsas alarmas”, señala.

De cara al futuro, el compromiso de la Cruz Roja Valle del Cauca sigue intacto. Fabiola, quien cumplió 50 años como voluntaria de la institución, tiene claro el legado que quiere dejar: “La virtualidad y la modernización deben ser permanentes. Tenemos que abrirnos a nuevas generaciones, actualizar programas y mantener la impecable imagen que nos ha dado la confianza de la gente”.

El respeto y la credibilidad que genera el emblema de la Cruz Roja son, según Pérez, el mayor indicador de éxito. “Donde está la Cruz Roja, la gente sabe que se trabaja bien y con ética. Ese reconocimiento nos motiva a seguir siendo una institución de puertas abiertas para el Valle del Cauca”, afirma.

Con más de un siglo de historia, la seccional sabe que los retos humanitarios se multiplican. Pero también confía en la fuerza de sus voluntarios y en la solidaridad de la comunidad. “Nuestro compromiso es seguir salvando vidas, sin importar las circunstancias”, puntualiza Fabiola Pineda de Villegas.