El padre del escritor Miguel Ángel Manrique lo desvelaban las preocupaciones. Estas angustias cotidianas de las familias colombianas, la vejez, la pérdida de la memoria, el arribismo, las oportunidades esquivas, la estrechez económica, la parentela indeseada, la corrupción, el narcotráfico y hasta el televisor como fuerza que congrega pero media en los afectos, están presentes en un libro de relatos breves que se titula, por supuesto, 'Las Preocupaciones'.

Los relatos que componen este libro pueden leerse de forma independiente, pero entre ellos se tejen sutiles conexiones, no siempre evidentes pero sugerentes, que revelan el cuidado por la estructura y la obsesión por el uso literario del lenguaje en Miguel Ángel Manrique, quien no solo es un premiado novelista y cuentista sino también editor de novela y director de los talleres de creación literaria del Fondo de Cultura Económica, en Colombia.

Todos los cuentos que integran ‘Las preocupaciones’ son fruto de la paciencia de un escritor sin agobios por publicar, y que conoce el valor que la espera pensada arroja sobre una nueva obra literaria.

Más de 20 años se han estado gestando los relatos que ahora Manrique presenta en una edición cuidada hasta su más finas tramas, y cuya carátula es obra del brillante ilustrador caleño Keco Olano, quien se inspiró en un edificio para retratar la vecindad y la conexión, pero a la vez la independencia de unos relatos que no solo dialogan entre sí, sino que dialogan con esos gigantes literarios en cuyos hombros aspira trepar Miguel Ángel Manrique para ver, quizá, en el horizonte, nuevas formas de narrar.

Hablemos sobre el título de esta colección de relatos, ‘Las preocupaciones’. ¿Cómo nace?

Este libro se iba a llamar de muchas maneras y lo trabajé durante muchos años sin ninguna prisa, porque quería encontrar la madurez suficiente para darles voz a los personajes, y un estilo, que era clave. Yo quería que el libro no decayera en ningún momento.

Alguna vez lo titulé ‘Los Rodríguez’, porque es el apellido más popular en Colombia, entonces en cada relato hay alguien que se apellida Rodríguez. Luego se iba a llamar ‘Cannabis & Compañía’ por el cuento episódico que le da el esqueleto al libro, con un aire novelesco.

¿Cómo llegó entonces a decantarse por ‘Las preocupaciones’?

Una mañana desayunaba con mi esposa, yo sufro de insomnio, y me puse a pensar por qué había heredado este trastorno del sueño. Mi padre es un hombre madrugador, y una mañana le pregunté por qué se levantaba tan temprano si todas las familias se levantan mucho más tarde. Él me dijo “por las preocupaciones”, y allí fue cuando decidí que ese debería ser el título del libro, porque esa es la idea que atraviesa todos estos relatos.

Todos los seres humanos tenemos preocupaciones cotidianas, grandes o pequeñas. En la noche se despiertan los monstruos. En la noche todo nos aterra y nos genera ansiedad, pero cuando aparece la luz del sol ellas también desaparecen.

A parte de las preocupaciones que desvelan, ¿cuáles son los otros temas presentes?

Este libro habla de la vejez, por un lado. Otros temas clave son la muerte, la memoria y el olvido. Esa es una preocupación que muchas personas niegan, pero es una preocupación de los filósofos y la preocupación eterna de la literatura. Mario Mendoza me dijo que el libro debería llamarse ‘Cannabis & Compañía’. Pero si yo mirara a través de la lupa los distintos relatos de este libro, va a aparecer la preocupación como el tema más importante.

Usted, que es editor y que dicta un taller de narrativa, ¿por qué escoge el género del relato fragmentado y no se aventura a hacer una novela con estas preocupaciones?

Yo soy un escritor paciente. Es decir, a mí no me preocupa publicar cada año. Si bien vivo de los libros, no vivo de mis libros. Trato de ser muy cuidadoso con el trabajo que hago. Corregir una novela implica tiempo. La inversión más importante que un artista puede hacer con su trabajo es la inversión de tiempo. Yo, cuando vi los manuscritos de novela y vi el conjunto de relatos sentía que podía hacer algo mucho mejor y que tenía la fuerza y el tiempo suficiente para hacer este libro.

Hablemos de ‘Causas naturales’. Así se titula el primer cuento de
‘Las preocupaciones’. Un gran pórtico que invita a leer el resto del libro, porque contiene varias de las preocupaciones que se desarrollan luego.


En ‘Causas naturales’ me pregunto si se puede detener el envejecimiento y luchar contra el tiempo. Pero de otro lado necesitaba un elemento fantástico para darle un impacto distinto a la historia, como lo hace Cortázar. Cuando uno lee literatura por muchos años, novelas, poesía y cuento, uno amplía su visión de la realidad y vive más vidas, no solamente la vida que tenemos. Vivimos un montón de vidas distintas que uno no conoce y nos podemos trasladar a cualquier mundo leyendo literatura. Todos estos elementos confluyen en esta historia de ‘Causas Naturales’, y por causas naturales es que morimos.

Llaman la atención los guiños que usted hace a sus poetas, a sus dramaturgos y novelistas admirados. Por ejemplo hay guiños a Álvaro Mutis, ¿por qué?

La literatura es un diálogo con nuestros maestros de papel, pues uno no hace la literatura de la nada sino sobre hombros de gigantes, y Mutis es un gigante. Cuando Maqroll el Gaviero está envejeciendo, en una de las novelas sostiene un diálogo importante sobre lo que significa para un hombre la vejez, porque por dentro se siente joven. Es un hombre que ha recorrido mares y puertos, y que se ha deteriorado, pero él por dentro no siente que esté viejo. Una vez le pregunté a mi padre, hace muy poco, si se sentía viejo y me dijo que no.

Gómez Jattin dice: “Apúrate pendejo que por ahí entre tus glándulas transita la vejez inerme”. Jattin lo tenía clarísimo. Somos una especie condenada a envejecer y hasta ahora no hay nada que pueda detener eso, pues lo dicta la genética. Yo creo que hay un instante último en el que uno pierde lo último que le queda de memoria y yo quería señalar ese instante. Yo creo que son los escritores, los poetas y los artistas los que se encargan de quitarle el eufemismo a las cosas.

¿Por qué estrategia narrativa termina partiendo los relatos que
integran ‘Las preocupaciones’?

Este libro nació partido, era un solo cuento pero episódico, o una pequeña novela. Hay un personaje que se llama Junior Rodríguez, que va aprendiendo de su padre a hacer negocios ilegales y se vuelve un pequeño mafioso de poca monta. Entonces creo que desarrollo un personaje muy fuerte y quería, como intención narrativa y literaria, que ese cuento titulado ‘Cannabis & Compañía’ fuera la estructura o el edificio.

Entonces Cannabis & Compañía quiere entender qué le ha pasado
al país...

Sí, y cómo el narcotráfico se incorporó a nuestro ADN cultural. Nosotros no podemos limpiar ese estigma pero tenemos que vivir con él de la mejor manera. Este relato es episódico porque quería que de principio a fin abarcara todo el libro, quería que el lector fuera leyendo esas historias pero se fuera encontrando todo el tiempo con el crecimiento de Junior Rodríguez, con su triunfo y su ascenso económico y social, porque es un mafioso arribista que se compró una mansión y al que le gustan sus grandes fiestas.

En otro de los relatos de ‘Las preocupaciones’ hay un elemento que me llama mucho la atención, porque el televisor es el protagonista. Háblenos de ese televisor como elemento cohesionador de las relaciones familiares.

Antes de la llegada del televisor uno se reunía a hablar con la familia y con el papá que llegaba del trabajo. Cuando llegó el televisor cambió la dinámica familiar, como las nuevas tecnologías que transforman absolutamente todo. Entonces en ese relato explico cómo una tecnología que llega al país transforma a una familia, la convierte en otra cosa y se apodera de ella, con elementos fantásticos. La televisión llegó para transformar a la sociedad a través de la familia.

Fue una tecnología tan fuerte como hoy lo es el celular y a mí me parece que estorba en la comunicación. Yo soy de carne y hueso y me gusta tener relaciones cercanas.

En ‘Las preocupaciones’ se puede ver el auge y la caída de los héroes, en este caso de unos protagonistas de la vida cotidiana cuyas vidas son infelices. ¿Usted retrata el fracaso de una época?

Ese es el tema de la novela moderna y creo que los finales felices son dignos de Hollywood pero no de la literatura. Colombia es un país de gente luchadora, pero el fracaso está en personajes como Junior Rodríguez, que han tomado el camino fácil. Yo soy un hombre liberal, creo en la libertad y en la autonomía del individuo. Cuando uno escribe está permeado por la sociedad y por lo que ha vivido. Nuestras familias llenas de esperanzas también están llenas de desilusiones. Todos tuvimos un familiar al que secuestraron, otro al que mataron y uno no puede sentirse feliz por más proyectos que tenga y por más cosas que haya hecho. Entonces los personajes de ‘Las preocupaciones’ están inmersos en una sociedad que no los deja ser totalmente felices.

¿Cómo es su trabajo con el lenguaje para llegar a esa coloquialidad tan natural?

Hay varias cosas, lo primero es que uno debe declararle la guerra al cliché, como dice Martin Amis. Lo segundo, dice Vargas Llosa, es la guerra contra el adjetivo, es decir, los adjetivos malogran todo. Hay que saber usar los adjetivos, porque son el recurso más delicado del artista, no se pueden aplicar cualquier cosa.

Yo trato de no usar adjetivos. Por otra parte no hay nada más artificioso que lo natural, entonces los grandes maestros del diálogo son los dramaturgos, y yo leo mucho teatro. Para esta novela me inspiré mucho en los autores del teatro de lo absurdo. Fue una labor de construcción y reelaboración, hasta que cada pieza lograba encajar dentro de la historia y dentro del estilo. Es un trabajo que consiste en mover ideas y que
cuando usted lea sienta que verdaderamente ese es el efecto que quería producir.

Este fue un libro que usted fue recopilando a lo largo del tiempo. ¿Cómo fue el proceso para que esos cuentos, que estaban un poco dispersos en estos 20 años, pudieran reunirse en un libro y tuvieran esa unidad?

Yo escribo mucho y publico poco. Quería hacer un buen libro de cuentos y quería que este no solo recogiera mis intereses y mis preocupaciones literarias. Los primeros relatos que escribí exploraban anécdotas, situaciones y los fui metiendo en un cajón y yo sabía que estaba haciendo algo con esto a lo largo del tiempo. No había ningún afán ni prisa en reunirlos.

El primero que publiqué fue 'La mirada enferma', que es un primer libro de cuentos que tiene todos los defectos de un autor ingenuo, pues esas preocupaciones por la forma las dan la madurez, la experiencia y el oficio. Yo no quería desaprovechar un montón de relatos que tenía allí, en un acto de prisa. Si hay algo peor que escribir mal es publicar algo que está mal escrito.

'Las Preocupaciones'

Género: relatos

Taller de Edición Rocca

Sobre el autor:

Miguel Ángel Manrique nació en el Carmen de Bolívar, Colombia, 1967.

Es autor de las novelas Disturbio (Premio Nacional de Novela del MinCultura 2008) y San Mateo y el ángel (2011), y del libro de cuentos 'La mirada enferma' (2005), así como de los libros de ensayo 'Carlos Fuentes: una lección del tiempo y la circunstancia' (1992) y 'Sobre la escritura' (2010).