Vía Crucis’, la película del caleño Harold De Vasten sobre unos padres que intentan salvar a su hija de una enfermedad, vivió su propio calvario. Hablamos con la productora del filme.

¿Cómo se financió la película?

Este es un  sueño de Harold y mío. Se lo comentamos al protagonista, el actor Luis Ariel Martínez,  profesor de Bellas Artes y a nuestra directora de arte, Kristin Bartelsman. Ellos le comentaron el proyecto a los estudiantes y se unieron a esta locura. Ariel nos ofreció rodar en su municipio Timbío, Cauca. Bellas Artes nos apoyó  con $2.300.000. Se le pidió ayuda a la Alcaldía, pero al comienzo no nos prestaron atención,  así empezamos con el apoyo de gente de la comunidad  encabezada por doña Carmen Silva, la mamá de Ariel,  un ángel.  

¿Así nació  Cine Minga (modelo de producción), de multiplicar peces?

Sí. La gente nos abrió las puertas no solo de su corazón sino de sus casas, ayudándonos con mercados, plata, locaciones. La señora Lucero Herrera nos prestó su finca a las afueras de Timbío, Cauca, para alojar a la mayoría de personas. Cuando la Alcaldía vio el movimiento de la gente, llamaron a Harold  y dieron un apoyo de $5 millones y luego de otro millón.

El actor John Alex Castillo, (Higuita en la telenovela La Selección),  egresado de Bellas Artes, nos aportó dinero. La comunidad nos invitaba a almorzar a sus casas. Las profesoras Evelia y Nelsy Díaz, ya pensionadas, nos apoyaron y actuaron en la película. Nos quedamos en la casa de la ‘Abue’, yo le digo así a doña Carmen, se robó mi corazón, le estoy muy agradecida. Se levantaba a  las 4:00 a.m. a hacernos desayuno, vivía pendiente de los almuerzos y   refrigerios.

Recorrió conmigo Timbío tocando puertas. Los   actores cuando vieron que nos  quedábamos cortos, nos llevaban bolsas de mercado. Y  un político nos mandó dos litros de gaseosa. Ese fue su aporte. 

¿La comunidad sí le puso fe y devoción  a la causa?

Mucho. Se necesitaba que la gente llegara temprano, porque grabábamos con luz natural y los soles de allá  de Timbío son calcinantes. Después del primer día,  pensamos, ‘Mañana no van a venir’ y llegaron primero que nosotros.

¿La gente de Timbío recibió algo a  cambio en esta minga?

Sí, talleres de actuación, ‘el direc’ (Harold De Vasten) hizo uno y  Juan de Jaraba  y Ariel Martínez otros. Se hacía el perifoneo y los  actores iban los días que no les tocaba rodar. 

¿Cuántas horas diarias rodaban?

Empezamos desde las 5:00 a.m. hasta las 6:30 p.m., que nos daban esos atardeceres hermosos, porque todo se grabó con luz natural.

¿Cuántos actores profesionales y  naturales participaron?

Profesionales: Ariel Martínez, John Alex Castillo, Elizabeth Sánchez, Héctor Mejía ‘El Mono’, Juan de Jaraba (el cura), Héctor Fabio Paredes (el compadre) que ha actuado en varias series y películas, y  mi hija Laura que inició allí  a sus 13 años su carrera actoral. Pero el  80% fueron actores  y talento de Timbío.

¿No ser  seleccionados en Cartagena fue su cruz?

No. Fue triste, pero no nos limitó. Uno debe aprender que a veces las cosas no se dan como uno quiere y hay que seguir.   Es increíble que una jurado de Sundance, Christine Davila, que vio la película, nos escriba en inglés   que quiere tenerla en el  Curacao International Film Festival Rotterdam, del 6 al 10 de abril y aún no hayamos podido estrenarla en nuestro país. Pero no desistiremos.

El ‘vía Crucis’ ha sido  en Colombia,  ¿pero no en el mundo, cierto?

Así es. Vamos al Colombian Film Festival, del 22 al 27 de marzo, al de Mérida, Yucatán, del 28 de abril al 4 de mayo.  Y al de Los Ángeles Independent Film Festival, en abril. 

¿A qué se debe la demora para estrenarla? ¿En Timbío  la vieron?

La íbamos a estrenar esta  Semana Santa, en  Cine Colombia la vieron,  pero por estos días le dan prioridad al cine comercial. El pasado sábado 19 vieron en Timbío  una versión incompleta,  para pasarla toda se  requiere antes de un permiso.

¿Cuál es el Vía Crucis que viven los protagonistas de esta historia?

El Viernes Santo del año 2020, Isabel y Jesús María, viven su propio calvario en la búsqueda de alivio para la enfermedad de su hija. Mientras la mamá apela a la religiosidad organizando el Vía Crucis, el papá se aferra a la política, tras dineros prometidos. Ellos no se imaginan que ese día recibirán la lección más grande de sus vidas. Debemos poner nuestra fe más que en nosotros mismos, en Dios..