Hoy y mañana a las 7:30 p.m., el Teatro La Concha presentará la producción ‘Jovita frente al espejo roto’, una obra de teatro unipersonal que recrea, a partir de monólogos, la vida trágica, cómica y pintoresca de uno de los íconos de la cultura popular caleña, Jovita Feijóo.

La obra es el resultado de un proceso de creación e investigación que duró 10 meses en los cuales, de acuerdo con Gloria Conzález, actriz que interpreta a Jovita, se trabajó a la par teoría y práctica, yendo a las bibliotecas, a los principales centros de documentación y sitios que frecuentaba Jovita. Asimismo, el proceso incluyó la revisión de fotografía, toda la obra pictórica del artista plástico Carlos Alberto Zuluaga y los estudios realizados con anterioridad por el maestro Fernando Vidal, quien es el director y dramaturgo de la pieza.

“Este es un trabajo realizado por tres personas, Carlos Alberto Zuluaga, quien es un artista plástico, yo como actriz, y el director y dramaturgo de la obra, Fernando Vidal, con la producción del Teatro La Concha”, indicó González.

La puesta en escena se inicia cuando Jovita se entera del fallecimiento, en circunstancias bastante lamentables, de Florecita, su mejor amiga. A partir de esta situación empieza a rememorar su vida y el sentido de esa existencia en esta ciudad, a la que llegó en la década del 30 desde Palmira.

Durante casi una hora, el espectador puede ver cómo Jovita reflexiona sobre lo que ha sido su vida en las calles de esta ciudad, sobre su soledad y sobre su supuesta condición de mujer loca que, sin embargo, parece ser más cuerda incluso que los espectadores.

“Ha sido un trabajo muy importante y fuerte para reconstruir la vida de Jovita, en el que se acudió a recortes de prensa, a entrevistas de la época e incluso a entrevistas de quienes conocieron a Jovita. Con todo ese trabajo y gracias a la visión del director de la obra, Fernando Vidal, se pudo llegar a este resultado que ya ha sido presentado en el Festival de Teatro de Honduras”, agregó González.

Jovita fue una mujer que nació en Palmira y que a principios de la década de los 30 del siglo pasado, se trasladó a Cali, en donde se convirtió rápidamente en un ícono de la cultura popular gracias a su comportamiento pintoresco en las calles y a su labor civil.

Aunque no fue una personalidad política y de hecho se trataba de una mujer de escasos recursos, Jovita tenía acceso al despacho del alcalde y el gobernador, abría las Ferias de Cali y tenía un lugar privilegiado en las corridas de toros.

Sin embargo, señala la actriz Gloria González, fue quizá su civilidad el rasgo que más le hizo ganar afecto entre los caleños, pues Jovita se distinguió por escuchar las quejas de las personas de los barrios y llevarlas directamente ante el alcalde o los concejales de la ciudad.