La exposición de los artistas Gilda Mantilla y Raimond Chaves muestra una lectura artística del clima de Lima, Perú. Inauguración este viernes a las 7:00 p.m. en el museo La Tertulia.

¿Cómo representar el clima de Lima con arte? La respuesta estará expuesta desde este este viernes en la sala Maritza Uribe de Urdinola del Museo La Tertulia con la obra de los artistas Gilda Mantilla y Raimond Chaves, a partir de las 7:00 p.m.La propuesta que plantean los artistas es una lectura acerca de la ciudad de Lima, Perú, a partir de sus condiciones climatológicas, a modo de un peculiar observatorio poético-meteorológico, que cuenta, a partir de los rasgos climáticos, un discurso que desenvuelve conceptos del estado actual de las políticas económicas y sociales de dicho país.Los trabajos aunados bajo este nombre confrontan la particularidad climática de Lima -un largo y monótono invierno con un omnipresente y constante cielo gris acompañado de un alto grado de humedad, a la vez que de una ausencia total de lluvia, etc.,- con todo un lastre de convenciones científicas, estereotipos sociales y demás discursos interesados, que en clave de fatalidad presentan como natural e inamovible un status-quo social y político que se quisiera inmutable. La propuesta invita a pensar la condición extraña y alienada de la vida en las ciudades, resaltando a su modo las circunstancias propias de Lima.Esta exposición temporal, encierra a la vez una reflexión acerca del tiempo intentando entender los mecanismos de un presente que se reproduce a sí mismo sin dirigirse a ningún futuro. En palabras de los artistas: 'Ser Ciudad'Esta ciudad (Lima) permite vivir fuera de ella estando ahí. Es más, para no enfrentar según qué cosas la recomendación tácita podría ser: si te lo puedes permitir vive cómo si no estuvieras aquí. Pero pensándolo mejor, el asunto no reside en podérselo permitir. Todo el mundo vive como si los demás no existieran que es una manera de no vivir aquí.Esta ciudad crece constantemente, lo hace de manera vertical, lo hace hacia el norte, hacia el sur y hacia la cordillera en el este, y lo hace sin planificación, sin servicios, casi sin control y frecuentemente a costa de toda una gama de corruptelas. Para una porción significativa de sus habitantes el llegar a ser ciudad es una carrera de obstáculos, un vía crucis, una empinada cuesta arriba en la que nada está dado y todo corre a cuenta de uno. Dudamos que alguien pueda tener una imagen cabal de este organismo vivo. La sensación común, a la que uno abandona las referencias habituales, es la de sentirse un alienígena en cualquier parte, un extraño en su propia ciudad.Tenemos una ciudad —hecha de muchas ciudades—, tenemos nubes, contaminación, humedad, luz difusa y mucho polvo, todo el tiempo”