En el Cesec, el personal de salud en formación aprende a acercarse a la realidad de un hecho clínico a partir de dos experiencias de fidelidad. La primera es la fidelidad emotiva o emocional, que se refiere a cómo se sienten los estudiantes en cada uno de los ambientes simulados del centro. La segunda, es la fidelidad tecnológica donde el simulador, que es un cuerpo artificial con diferentes condiciones físicas según la práctica, se adapta para que pueda hablar, llorar, gritar, o ser susceptible de ser canalizado, sondeado o responder a distintos tratamientos farmacológicos. Además, se pueden encontrar situaciones desde el escenario más básico hasta el más avanzado, juntando las dos fidelidades.