Por: Víctor Diusabá Rojas. Especial para El País
La tercera de abono de la Feria de Cali no tuvo cómo, ni con qué. Por un lado, no fue la mejor de las tardes de algunos de los alternantes. Y por el otro, los toros de Ernesto Gutiérrez Arango escasearon de esa virtud que los ha hecho célebres, su bravura.
Por supuesto, sin lo último, el elemento esencial, el toro bravo, la tarea de los dé a pie se hizo más compleja y, a la vez, menos agradecida.
¿Qué trajo a Cañaveralejo el hierro de que pasta en las estribaciones del Nevado de Ruiz? Un encierro casi parejo, en el tipo de la ganadería, portador, en apariencia, de eso con lo que ha escrito tantas páginas de oro.
Solo que, ya sobre la arena, el comportamiento de los toros y novillos fue muy diferente a las ilusiones puestas en la fecha de la llamada corrida zapatista. Primaron la mansedumbre y la falta de alegría.
Se salvó el cuarto, un toro largo como un tren, y, en gracia de discusión, el primero. Ambos cayeron en manos de Luis Bolívar, quien, antes que llevarse el lote fruto del sorteo matinal, pechó con lo más potable.
Bien anduvo Luis. Primero para saber llevar de sus manos a un toro que exigía, por encima de todo, mimos. No remató con el estoque, como tampoco lo hizo en el otro, luego de una faena que rayó en la importancia por la forma como terminó cuajando a un enemigo que no incomodó pero al que había que hacerle bien las cosas.
Otras historias fueron las de Alejandro Talavante y Olga Casado. Al extremeño le faltaron toros, pero también una mayor dosis de entrega, más aún en un contexto como el que vive la fiesta brava en Colombia. Eso, en el primero de los dos suyos. Y quizá cuando se decidió a poner empeño, en el quinto de la tarde, no había material para edificar una obra mínima.
Lo de Olga Casado fue cuento aparte. Porfió, como debe hacerse siempre y más aún siendo novillera, ante un huidizo tercero de la tarde. Y tanto lo intentó que terminó dándole argumentos a su enemigo para que se defendiera en la suerte suprema, haciéndose imposible.
El sexto, y último, de Juan Bernardo Caicedo que sustituyó el original de Gutiérrez Arango, la desbordó. Ni más, ni menos. Todo ello parte del aprendizaje. Eso sí, se llevó el cariño y la admiración de una plaza que no la va a olvidar. Olga, eso es Cali, como para que no la olvidés.
Ficha del festejo
Cuatro toros de Ernesto Gutiérrez Arango y dos novillos, uno del mismo hierro y otro de Juan Bernardo Caicedo, que suplió al sexto original.
Los de Gutiérrez Arango, acordes, en su presentación, al encaste. Y bien presentado el de JB Caicedo.
476, 472, 400, 474, 464 y 470 kgrs
El primero se dejó. El segundo se paró. El tercero (novillo), manso y rajado. El cuarto, noble y repetidor. El quinto, manso y rajado. El sexto bis, novillo de Juan Bernardo Caicedo, exigente.
Luis Bolívar
Blanco y oro
Palmas y saludo tras aviso.
Alejandro Talavante
Blanco y oro
Pitos tras aviso y pitos tras aviso.
Olga Casado
Azul perla y oro
Ovación tras tres avisos y palmas.