Después de romper todo tipo de récords como arquero, este uruguayo-paraguayo regresó a Colombia para disputar el Mundial Juvenil como técnico de Guatemala. Aún recuerda los partidos con Atlético Nacional y los duelos con René Higuita.

La Copa Mundial Sub 20 de la Fifa propició el regreso a Colombia de un viejo conocido. En esta ocasión, Ever Hugo Almeida pisó de nuevo suelo cafetero para dirigir al seleccionado juvenil de Guatemala y no para defender el arco del Olimpia de Paraguay, equipo con el que hizo historia en la Copa Libertadores y con el que vivió una particular rivalidad con Atlético Nacional.En la memoria de los hinchas ‘verdolagas’ sigue vigente la imagen de este uruguayo, nacionalizado paraguayo. Almeida, de 63 años, tampoco olvida que custodió el pórtico de Olimpia en la final de la Copa Libertadores en la que el verde de Medellín se coronó de forma dramática, desde el punto penal, campeón en 1989. También tiene presente los duelos que protagonizó con René Higuita en una época en la ambos porteros eran la pesadilla de los delanteros que enfretaban. Con 113 partidos en 16 ediciones de la Copa Libertadores, Almeida se convirtió en una leyenda viva, no sólo para los hinchas de Olimpia y para el balompié paraguayo sino para el fútbol de toda Suramérica. Con la misma seriedad y seguridad con la que se plantó durante varias décadas en el arco, se planta ahora en el banco vestido de técnico. Los equipos que dirige le creen por la dimensión que alcanzó como jugador y las hazañas que como entrenador ha acumulado en países como Paraguay, Ecuador y Guatemala.Después de romper varios récords y forjarse un nombre a pulso por todo un continente, Almeida se pasea en estos días por Armenia, ciudad donde Guatemala afronta por primera vez en su historia un Mundial de fútbol. Pese a que los resultados con el equipo ‘chapín’ no han sido positivos y a que le han ajutados goleadas en el debut, este uruguayo sacó tiempo para hablar con Colprensa de su carrera deportiva y de su vida como técnico. Con la agilidad con la que atajaba penales, contestó las preguntas que por momentos los emocionaron. Después de disputar partidos importantes en Colombia, ¿cómo vivió el regreso a este país? “Siempre que vengo me han tratado bien. Hay países que tienen música y Colombia es uno de ellos, y cuando he venido siempre he encontrado alegría. Futbolísticamente he tenido satisfacciones acá y de las otras también. Siempre tuve acá partidos importantes y duros con Olimpia y con la selección de Paraguay”.¿Aún tiene presente los partidos que vivió con Atlético Nacional? “Con ellos tengo las dos caras. En 89 jugamos la final y fue cuando se dio esa famosa y enorme cantidad de penales que se tiraron. Ese día le tocó brillar a (René) Higuita, él fue la figura preponderante de Nacional. Ese juego fue toda una epopeya porque Nacional de Medellín y el Olimpia de Paraguay pasaron a ser por tres años los mejores equipos de Suramérica y cada vez que nos enfrentábamos era una final, se convirtió en un clásico”.Perdió esa final pero el fútbol le dio rápidamente la revancha… “Sí, el año siguiente nos tocó otra vez enfrentarnos, pero no en la final (en la semifinal), y tuvimos que definir también el paso por penales. Esta vez me tocó ganar a mí. Había muchas rivalidades y no sólo porque había buenos jugadores sino porque los partidos se daban para algo más que un resultado en los 90 minutos”.¿Qué recuerda de esos duelos de arqueros con Higuita? “En esa época, los jugadores que me iban a patear un penal a mí o a Higuita estoy casi seguro que les temblaban las piernas porque nos habíamos ganados los dos el prestigio de ataja-penales y no era fácil hacer el gol de penal cuando estábamos en el arco. Más era el miedo que nos tenían que el mérito de nosotros”.Usted ha quedado en la historia del fútbol suramericano con los récords que ha roto, especialmente en la Copa Libertadores… “Me ha tocado, sin darme cuenta, varios récords. En la Copa Libertadores tengo el récord de ser el jugador con más partidos jugados (113), el primer arquero que hizo un gol y creo que soy el que más penales ha atajado. Fui dos veces campeón y después campeón del mundo (Intercontinental). Ha sido una carrera linda y jugar la Copa Libertadores todos los años es la ilusión de todos los equipos en Suramérica y más que nada, ganarla”. Para Olimpia usted es una leyenda viva, pero para usted ¿qué significa Olimpia? “Fue mi vida. Estuve 18 años y las satisfacciones mutuas que nos dimos han sido totales. Estando en ese club gané 18 ó 20 campeonatos sumando los nacionales e internacionales. Con un buen grupo de jugadores logramos lo máximo que ha obtenido Olimpia. Los recuerdos son todos buenos. Después me tocó ser técnico y por primera vez en la historia logré sacarlo campeón invicto”.¿Todavía siente el afecto de los hinchas de Olimpia? “Siempre he dicho que Olimpia no son los dirigentes sino la gente. Voy a un restaurante con mi familia y voy a pagar y ya alguien ha pagado la cuenta o tomo un taxi y el taxista no me cobra. Me da un poco de vergüenza pero lo siento como un agradecimiento, como la manera en que la gente quiere retribuir lo que se le ha dado durante tanto tiempo”.Como jugador, ¿siente que le quedó algo pendiente por hacer o por ganar? “Sí, algo que me quedó y que me dolió mucho fue haber perdido la final en Tokio con el Milán. Fue un partido que teníamos que haber ganado por lo que se jugó. Siempre dije que algún día iba a tener la oportunidad de volver y de jugar otra vez ahí. Todavía recuerdo mucho eso pero sé que me quedan algunos años para dirigir y de tantas cosas que se han logrado por ahí pueda volver a Tokio”. ¿Siempre tuvo entre sus planes ser técnico? “Para nada. No tenía la intención de dirigir, estaba cansado de muchas cosas pero cuando me retiré me hicieron una despedida muy grande. Puedo ser egocéntrico y decir que fui el único jugador en la historia de Paraguay al que se le hizo una despedida así, y más siendo extranjero. Después de la despedida me pidieron que armara las divisiones inferiores en Olimpia, y no encontraban técnico para el equipo juvenil y me propusieron hacerme cargo del equipo mientras encontraban a alguien. Luego me di cuenta que me la estaban jugando, que lo tenían planeado. Agarré al equipo, me entusiasmé y me pareció que estaba en lo mío y hasta ahora no he parado de dirigir”.¿Extraña su época como jugador? “No porque yo exageré, jugué hasta los 42 años. Tuve la suerte de retirarme en el momento en el que lo ganamos casi todo. Sólo perdimos la final en Tokio con Milán. Rápidamente entré en el fútbol como técnico de la sub-20 del Olimpia y desde entonces no he parado, únicamente tres años en los que me dediqué al periodismo en Paraguay. Creo que una sola vez extrañé no estar en la cancha. Fue en la primera definición por penales que tuvo Olimpia después que me retiré. Me parecía que tenía que ir al vestuario con los jugadores”.¿Cuál fue su secreto para convertirse en un arquero ataja-penales? “Hay muchas cosas, entre ellas la confianza y estudiar al rival. Yo pensaba primero en cómo iba el partido y después en si el jugador era derecho o zurdo, en qué posición jugaba y en si era técnico o un reventador de pelotas. Todo eso lo tenía que pensar en dos minutos, mientras el jugador se ponía frente a la pelota. Una definición por penales es diferente al cobro de un penal durante el partido”.¿Cómo ve el papel de los arqueros en el fútbol actual? “Los pasos que se han dado últimamente en el fútbol son para amargarle la vida al arquero, como el tema de los balones y que el arquero no pueda agarrarla con la mano. Ha cambiado mucho. Ahora lanzan un tiro de cuarenta metros y no sabés si la pelota te va a llegar por arriba o por abajo. Con la velocidad de las pelotas, el arquero ha perdido técnica. El arquero ahora lo único que intenta es tratar de parar el balón, ya no lo contiene, sólo trata de rechazarlo porque puede hacer un movimiento extraño”.En la pasada Copa América en Argentina, en la mayoría de los juegos no ganaron los equipos que atacaron sino lo que se defendieron bien. ¿Qué opina de ese fenómeno? “Yo tenía que haber aprendido eso porque viene acá (al Mundial Sub-20) con estos chicos de Guatemala a querer sacar un resultado y a querer ser un poco ofensivo y me mataron. El fútbol ha cambiado. En la Copa América el equipo que logró equilibrar todo -bien trabajado en defensa y con jugadores potentes adelante- fue justamente el campeón. Cuando se definió quiénes disputarían la final, creo que el 90% de la gente sabía que ganaba Uruguay porque Paraguay no tenía cómo contrarrestar a su rival, especialmente su parte ofensiva”.Para agregarle un éxito más a su hoja de vida, consiguió la histórica clasificación de Guatemala a un Mundial… “Sin que me entiendan mal, mi vida siempre ha sido hacer milagros (risas). Me fui al Olimpia y logré sacarlo campeón invicto, me fui a Guatemala a dirigir Municipal y después de 60 años logramos ser campeones de Centroamérica, me fui a Ecuador y salí bicampeón con el Nacional de Quito, me fui a Paraguay y salí campeón con el Nacional (Paraguay) después de 66 años, y regresé a Guatemala y con el seleccionado sub-20 alcancé, después de 100 años de fútbol, la clasificación a un Mundial. Los muchachos me dices que me falta un milagro más para ser beato (risas)”.La alegría de la clasificación se ha visto empañada por los malos resultados en Armenia. ¿Cómo analiza este paso por el Mundial Juvenil? “Guatemala tiene mucho que aprender y mejorar en muchos aspectos. Tenemos el gran problema de la velocidad. Espero que este paso por un Mundial lo sepan aprovechar y que alguien se anime a reestructurar totalmente al fútbol de Guatemala”.