Este semestre los refuerzos de los verdiblancos no han dado la talla.

Desde un comienzo hubo dudas frente a la apuesta del Deportivo Cali para esta Copa Libertadores porque se la jugó de lleno con los canteranos y contrató refuerzos que fueron muy cuestionados.

La juventud de los canteranos terminó pasándole factura al Cali, que se confió en el buen comportamiento de los jugadores en el torneo doméstico en el primer semestre de la temporada pasada.

Pero, además, las contrataciones que hizo el equipo verdiblanco no fueron de suficiente peso para afrontar el torneo continental.

Para tratar de hacer un buen papel en la Libertadores, el Cali contrató al volante paraguayo Miguel Ángel Godoy, quien ni siquiera se ganó un puesto en el banco de los suplentes.

También llegó el defensa argentino Nicolás Bianchi, quien solo fue titular en la Copa en el juego de este jueves frente a Racing en Buenos Aires, que terminó a favor de los argentinos 4-2 y dejó al Cali prácticamente sin opción de clasificar a la siguiente ronda.

Tal vez el único jugador que respondió de manera aceptable fue el volante creativo argentino Fabián Sambueza, pero el trabajo del armador verdiblanco no fue suficiente para darle un rendimiento óptimo al equipo en el mediocampo.

Y con respecto a los reenganchados César Amaya y Daniel Giraldo, nunca fueron tenidos en cuenta en el equipo principal.

Aparte de eso, los dos principales referentes del equipo azucarero, los delanteros Rafael Santos Borré y Hárold Preciado, no fueron los mismos de aquella temporada en la que rompieron las redes contrarias con sus goles. 

Finalmente, ambos terminaron lesionados en juegos con la selección Colombia Sub 23 y por eso no pudieron darle una mano al Cali en el momento en que más los necesitaba.

Cali se despide prácticamente de la Libertadores y solo una leve posibilidad matemática es su única esperanza en el torneo continental.