Indigna, impresentable, insufrible, insoportable, inaudita... Podríamos seguir buscando más calificativos, pero quizá bastaría decir que flaco (nunca más apropiado el término) favor se le hace a la fiesta echando una corrida como esta, segunda de abono, que ojalá, pronto y lejos, se lleve el viento. Aunque de poco serviría, porque el hecho está ahí, incontrastable.
Ahora bien, qué difícil resulta intentar entrar en el análisis sobre qué hubo más allá del incumplimiento al mínimo requisito que para una ganadería constituye, y eso lo sabe bien Campo Real, el hecho de presentar una corrida digna de una plaza de primera categoría.
Al fin y al cabo, sí, de partida, se trata de calificar un espectáculo hecho con toros en una tarde en que no los hubo, todo queda condicionado por esa nada pequeña particularidad.
Igual, hagamos el esfuerzo. Digamos que Joaquín Galdós se llevó alguna satisfacción por la oreja que cortó al segundo de la tarde, quizá la excepción en términos de potabilidad frente a las nulas posibilidades de los demás. El torero peruano se valió del oficio y de la entrega para hacerse al mando, en una faena en la que, por momentos, logró sacar de la abulia a los asistentes. Su planteamiento, el de ser y estar en la cara del torete, consiguió la entrega de su enemigo y, al final, el trofeo. En el otro, quinto, la recursividad también le trajo dividendos. Eso, mínimos. Joaquín es nada más que un torero. El de los Milagros es otro.
Román porfió, hasta donde pudo. Por momentos, la desconfianza lo obligó a ser otro. Ese el precio de la incertidumbre, cuando ella parece arroparlo todo.
Y a Javier Zulueta le correspondió lo más duro, si se mira si tarde de atrás para adelante. Con más exactitud, desde ese manso con peligro sexto, amoruchado, que no es, ojalá, lo sepa el sevillano, representativo de lo que es la crianza del toro bravo en Colombia.
Un año atrás, Campo Real se iba hombros. Hoy, ha tenido que irse de puntillas de la Cañavarelajo. Así es la fiesta y así es la vida. Al final, lo difícil no es llegar sino mantenerse. Y para eso hay que saberse, levantar.
Ficha de la corrida
Seis toros de Campo Real
Mal presentados, anovillados y vacíos. El primero, feo y manso. El segundo noble y con duración. El tercero, mansurrón. El cuarto, sin terminar. El quinto, sin transmisión. El sexto, manso con peligro.
Román
Sangre de toro y oro
Silencio tras dos avisos y silencio luego de otros dos avisos.
Joaquín Galdós
Corinto y oro
Oreja y saludo desde el tercio.
Javier Zulueta
Verde botella y azabache
Silencio, luego de dos avisos, y silencio.
Cartel para el 28 de diciembre:
Cuatro toros de la ganadería Ernesto Gutiérrez Arango y dos novillos del mismo hierro para el colombiano Luis Bolívar, el español Alejandro Talavante y la también española, novillera Olga Casado.