La Selección Colombia llegó al sorteo del Mundial 2026 ubicada en el bombo 2, luego de un año de rendimiento sobresaliente que aseguró su clasificación y planteó expectativas elevadas entre los aficionados.
El combinado nacional había cerrado el ciclo previo al sorteo con resultados positivos y una nómina estable bajo el mando del técnico Néstor Lorenzo, quien consolidó un estilo competitivo y efectivo.
Sin embargo, a la par del optimismo, se reconocía que el sorteo podía presentar riesgos notables para la Tricolor y derivar en un escenario complejo según los rivales asignados. Entre los equipos cabeza de serie en el bombo 1 estaban potencias tradicionales, como España, Francia y Alemania, que generaban inquietud por su historial en campeonatos mundiales.
Durante la ceremonia se consideraron combinaciones probables que situarían a Colombia en un grupo de alto nivel competitivo, especialmente por la presencia de equipos con figuras decisivas. Por ejemplo, Egipto aparecía como opción desde el bombo 3, encabezado por el delantero Mohamed Salah, y desde el bombo 4 sobresalía Italia, tetracampeona mundial.
En esa línea, una de las configuraciones señaladas como desfavorables para la Tricolor fue la compuesta por España, Egipto e Italia. Otro escenario complejo ponía a Colombia con Francia, Argelia e Italia, sumando experiencia, velocidad y rigor táctico. También se estimaba un grupo con Alemania, Noruega y Ghana como posibilidad desafiante, considerando el impacto ofensivo de Erling Haaland.
Antes del sorteo, ya se advertía que formar parte de alguno de esos grupos representaría no solo un desafío técnico, sino también un test mental y estratégico para los jugadores colombianos. A pesar de esto, la delegación viajó al evento con tranquilidad y confianza en la capacidad del equipo para afrontar cualquier escenario competitivo.
El desempeño previo de Colombia generó una percepción positiva sobre sus posibilidades de avanzar a la siguiente fase, aunque quedar emparejada con potencias europeas y selecciones africanas con alta efectividad histórica habría hecho el camino inicial significativamente más exigente.
La expectativa pública también se concentró en la alternativa de un sorteo más favorable, con anfitriones como México o Estados Unidos como cabeza de grupo y rivales de menor tradición en instancias mundiales. Pero en caso de haber quedado en el peor grupo proyectado, Colombia se habría enfrentado a rivales de élite durante la fase de grupos.
El análisis del escenario más difícil dejó en evidencia que el sorteo era un punto decisivo en el camino de Colombia en el Mundial 2026, con la asignación de rivales capaces de condicionar el desarrollo estratégico y las metas de clasificación en la fase inicial del torneo.