Por: Luis Bermeo / reportero de El País
Nadie mejor informado sobre la realidad climática y geopolítica del mundo que el periodista P. G., protagonista de ‘Tasmania’, la más reciente novela del escritor italiano Paolo Giordano.
Pero, todo el conocimiento no es suficiente para apaciguar la profunda incertidumbre que lo desvela; ¿por qué si el final de la vida como la conocemos es un hecho, las personas siguen actuando como si no pasara absolutamente nada?
Por eso, y porque su matrimonio está pasando otra crisis aún mayor, decide ausentarse de Italia para cubrir la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), realizada en París, a finales de 2015.
Es el mismo año de los atentados yihadistas en Charlie Hebdo, Bataclan y otros establecimientos públicos en los que murieron más de 140 personas.
Bajo esta atmósfera pesimista, mientras los gobiernos más poderosos del mundo eluden su responsabilidad para actuar decididamente contra el deterioro del planeta, y los fanáticos islamistas no dudan en sacrificarse por su guerra santa contra Occidente, P. G. busca consuelo en Jacopo Novelli, un sabio físico y experto en nefología (el estudio de la nubes), quien ya asumió que la humanidad está condenada, y mejor invierte su tiempo en determinar cómo y dónde podrán resistir a las sequías, las inundaciones, los terremotos y tsunamis, los pocos que al final sobrevivan.
En un pasaje de la novela, P. G. le pregunta: “¿Dónde se compraría usted un terreno? Para salvarse”.
“En Tasmania. Está situada lo bastante al sur para escapar de las temperaturas extremas. Tiene grandes reservas de agua dulce, es un Estado democrático y una zona en la que no viven depredadores del ser humano”, responde Novelli.
La novela de Paolo Giordano, como es propio de un escritor con formación científica, está sustentada en un arsenal de datos reveladores sobre la situación alarmante del medio ambiente, pero profundiza en los efectos que tienen sobre la psicología humana, en el “estrés climático”, temores y ansiedades con los que todas las personas viven en la actualidad. En ‘Tasmania’, hay una aproximación a esa incertidumbre del Siglo XXI, la de cómo a medida que crece la certeza del desastre climático, todos se esfuerzan por seguir dándole sentido a sus vidas.
En una rueda de prensa para Latinoamérica, Paolo Giordano, el escritor italiano más leído de la actualidad, de cuyo primer libro ‘La soledad de los números primos’ se han vendido millones de ejemplares, habló de cómo logró escribir una historia coyuntural que sobrepasara la denuncia, para alcanzar la belleza de una obra literaria.
La novela tiene como coyuntura el cambio climático, pero esta realidad se corresponde con un trasfondo afectivo, ¿cómo surgió esa metáfora entre crisis del planeta y crisis del amor?
Parece que he transmitido una idea romántica del cambio climático. Pero realmente creo que en medio de todas estas crisis y conflictos, las cosas que más nos atormentan por la noche siempre son las mismas, cosas muy comunes como el amor. Si tenemos el amor o si no lo tenemos, si van bien o mal las relaciones con los hijos o los padres, la salud de nuestros seres queridos, el sexo, entre todas las cosas que de alguna manera forman nuestra vida de seres humanos, y que son temas universales.
En ‘Tasmania’ la pregunta que me planteaba era qué relación podía haber entre esta vida íntima que sigue existiendo y este mundo alrededor en crisis, que se ha hecho cada vez más presente en nuestras vidas. En el pasado podíamos olvidarnos del mundo lejano, durante unas horas y solo de vez en cuando volver a contactarlo, pero ahora no, siempre está presente lo que pasa alrededor. Me intrigaba conocer cuál es el efecto de este mundo en el amor, si es posible que la sugestión que estos tiempos nos provocan pueda tener un efecto en nuestras relaciones más íntimas, en nuestra capacidad de abandonarnos a los sentimientos, de seguir concibiendo que haya esperanza y amor.
Creo que la posibilidad de dedicarse plenamente al amor, de tenerlo en nuestras vidas es hoy una especie de privilegio que está siendo amenazado. Esto se percibe en el libro, porque finalmente la verdadera Tasmania del protagonista, este lugar seguro donde salvarse, está muy vinculado con la relación que él tiene con su mujer, más que con la isla real de la que habla el físico, porque entiende el amor como un refugio.
En el libro analiza cómo influye la desinformación y las teorías conspiranoicas en la comprensión del cambio climático y los conflictos, en este sentido ¿qué importancia tuvo para usted la religión?
En este mes, en particular, estamos viendo que incluso en el siglo XXI la religión puede ser una fuente de grandes malentendidos o conflictos.
En mi caso, yo crecí en una familia y en un contexto muy laico, para nada religioso. Y cuando estudié física, lo hice en un contexto sobre todo ateo. Pero, por alguna razón, a medida que crecía buscaba el contacto con algunas formas, o mejor dicho con algunas personas que se dedicaban a la fe.
En ‘Tasmania’ la fe viene con un personaje específico, que es el cura Carol, quien atraviesa una crisis personal, por lo que su proceso en el libro es uno de más difíciles para definir, se trataba de demostrar cómo una fe abstracta en Dios luego se transforma en una fe más específica en Cristo, en una figura de carne y hueso, que el personaje identifica con el amor. El proceso de Carol lo he conocido por algunas personas que he observado, a lo mejor no he entendido del todo la fe, pero me ha fascinado, y siempre he buscado entender lo que hay de sagrado en los seres humanos.
En el libro también quería hablar de un aspecto sagrado o hasta religioso en la ciencia, puesto que los científicos estudian temas muy específicos con mucho rigor y a profundidad, a mí me parece que tienen una motivación que va más allá de la razón, que ellos se sienten atraídos por la ciencia porque buscan acercarse a algo sagrado. Es algo que he percibido en muchos científicos que he conocido en mi vida.
El protagonista, como periodista de ciencia, expresa que comunicar la importancia del cambio climático es un desafío. ¿Lo ha sido para usted en esta novela?
Sí, desafío es la palabra correcta. Detrás de mí no se pueden ver los títulos, pero la mayoría de los libros que tengo aquí son sobre el cambio climático y sobre temas que están conectados como la biodiversidad. En realidad, durante muchos años me he preguntado por qué es tan difícil, tan complicado, hacer apasionante este tipo de información desde el punto de vista humano. Aunque este tema del clima ha cambiado en los últimos años, desde que apareció Greta Thunberg con los Fridays for Future, no sé si ahora sea más apasionante, pero seguramente se ha ampliado. Una de las cosas más raras de las que me di cuenta escribiendo este libro es que Greta aparece a finales de 2018, es decir, muy reciente, así que todo esto es nuevo y los problemas sobre cómo contar la crisis climática para que nos toque en lo profundo de las emociones siguen estando ahí.
La crisis climática como mucho da origen a narraciones distópicas de ciencia ficción, aún muy alejadas de nuestra realidad. En cambio, yo creo que hace falta sentir la verdad de esta crisis en el presente y en las relaciones humanas, tratar de entender cómo llegará a cambiar el tejido de nuestras relaciones más íntimas. Allí no hemos llegado todavía en esta comunicación y, para mí, ‘Tasmania’ ha sido poco ese desafío, un intento de acercarme a esto, que seguro cambiará el tejido humano.