En el mundo de la joyería, el oro siempre ha sido un símbolo de elegancia y distinción. Sin embargo, con el tiempo y el uso diario, las joyas de oro pueden perder su brillo original, incluso, algunas llegan a ponerse negras.

La buena noticia es que no es necesario recurrir a costosos productos de limpieza especializados. Con unos simples pasos y elementos que se encuentran comúnmente en casa, se puede devolver el resplandor a las joyas de oro.

Joyas de oro de colores | Foto: Freepik

A la hora de proceder con la limpieza de estos elementos, hay que tener en cuenta que, dependiendo del oro, algunos métodos de limpieza resultan ser más efectivos que otros.

El oro amarillo es el metal precioso más usado comúnmente en la joyería, especialmente el de 18 quilates, este tipo de joya no requiere de un exhaustivo mantenimiento y no tiende a ennegrecerse.

Sacarle brillo o limpiar este metal es muy sencillo, se puede hacer usando una gamuza especial o un paño humedecido con agua y una poca cantidad de amoniaco o jabón.

Paso a paso para limpiar las joyas

El proceso de limpieza de las joyas de oro es bastante sencillo, pero requiere cuidado y paciencia para garantizar los mejores resultados. se deben seguir estos pasos para revitalizar el brillo de la joya:

El arte de distinguir se despliega al aprender cómo saber si tus aretes son verdadera plata o una imitación. | Foto: Getty Images
  1. Mezcle el agua y el jabón: Llene el recipiente con agua tibia y agregue una pequeña cantidad de jabón suave. Remueva la mezcla suavemente hasta que se forme una solución jabonosa.
  1. Sumerja la joya: Coloque la joya de oro en la solución jabonosa y déjela reposar durante unos 10-15 minutos. Este tiempo permitirá que el jabón afloje la suciedad y las impurezas adheridas a la joya.
  1. Cepille con cuidado: Utilice el cepillo de dientes de cerdas suaves para cepillar suavemente la joya. Preste especial atención a los rincones y las grietas donde la suciedad podría acumularse.
  1. Enjuague y seque: Retire la joya del agua jabonosa y enjuáguela con agua limpia para eliminar cualquier residuo de jabón. Luego, séquela cuidadosamente con un paño suave para evitar dejar marcas o rasguños.